lunes, 26 de marzo de 2012

¿Adónde te escondiste?

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

es como si dijera: Verbo, Esposo mío, muéstrame el lugar donde estás escondido. En lo cual le pide la manifestación de su divina esencia; porque el lugar donde está escondido el Hijo de Dios es, como dice san Juan (Jn 1,18), el seno del Padre, que es la esencia divina, la cual es ajena de todo ojo mortal y escondida de todo humano entendimiento; que por eso Isaías (Is 45,15), hablando con Dios, dijo: Verdaderamente tú eres Dios escondido. De donde es de notar que, por grandes comunicaciones y presencias, y altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida tenga, no es aquello esencialmente Dios, ni tiene que ver con él, porque todavía, a la verdad, le está al alma escondido, y por eso siempre le conviene al alma sobre todas esas grandezas tenerle por escondido y buscarle escondido, diciendo: ¡Adónde te escondiste? Porque ni la alta comunicación ni presencia sensible es cierto testimonio de su graciosa presencia, ni la sequedad y carencia de todo eso en el alma lo es de su ausencia en ella. Por lo cual el profeta Job (Jb 9,11) dice: Si viniere a mí no le veré, y si se fuere no le entenderé.

San Juan de la Cruz

«No tengas reparo en llevarte a María, tu mujer»


Dirigiéndose a José a través de las palabras del ángel, Dios le habla como esposo de la Virgen de Nazaret. Lo que se ha realizado en ella por obra del Espíritu Santo, expresa al mismo tiempo una confirmación del vínculo esponsal que ya existía entre José y María. El mensajero dice claramente a José: «No tengas reparo en llevarte a María, tu mujer». Así, lo que había tenido lugar antes –su desposorio con María- era voluntad de Dios y, por tanto, se debía mantener. En su maternidad divina, María debe seguir viviendo como «una virgen, esposa de un marido» (cf Lc 1,27)

En las palabras que se le dicen a José en la «anunciación nocturna» éste comprende la verdad divina sobre la vocación inefable de su esposa, y al mismo tiempo comprende también la verdad sobre su propia vocación. Este hombre «justo», que dentro del espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido, amaba a la Virgen de Nazaret y estaba unido a ella por un amor esponsal, es nuevamente llamado por Dios para vivir este amor.

«José hizo lo que le había mandado el ángel, y se llevó a casa su mujer»; «la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo»: ante estas expresiones ¿no debemos concluir que su amor como hombre fue también regenerado por el Espíritu Santo? ¿No es preciso también pensar que el amor de Dios que ha sido derramado en el corazón del hombre por el Espíritu Santo (Rm 5,5) construye de la manera más perfecta todo amor humano? Moldea también –y de manera totalmente singular- el amor esponsal de los esposos, y en él hace más profundo todo lo que es humanamente digno y bello, lo que lleva los signos del olvido exclusivo de sí, la alianza de las personas y la comunión auténtica del Misterio trinitario.
Beato Juan Pablo II

Oh Dios

Oh, Dios de gran misericordia, Bondad infinita, hoy toda la humanidad clama desde el abismo de su miseria a tu misericordia, a tu compasión, Oh Dios, y grita con la potente voz de la miseria.

Oh, Dios indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra. Oh Señor, Bondad inconcebible que conoces perfectamente nuestra miseria y sabes que por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta ti, te imploramos que nos anticipes tu gracia y que multipliques incesantemente tu misericordia en nosotros, para que cumplamos fielmente tu santa voluntad a lo largo de nuestras vidas y en la hora de la muerte.

Que la omnipotencia de tu misericordia nos proteja de las flechas de los enemigos de nuestra salvación para que con confianza, como tus hijos, esperemos tu última venida, ese día que conoces sólo Tú. Y, a pesar de toda nuestra miseria, esperamos recibir todo lo que Jesús nos ha prometido, porque Jesús es nuestra esperanza: a través de su Corazón misericordioso, como a través de una puerta abierta, entramos en el cielo.
SANTA FAUSTINA KOWALSKA

«Un hombre tenía dos hijos»

Al meditar esta parábola, no se debe olvidar la figura del hijo mayor. En cierto sentido no es menos importante que la figura del menor, hasta el punto que se podría, y en cierta manera con razón, llamarla la parábola de los dos hermanos. Con las figuras de los dos hermanos el texto se sitúa en el mismo corazón de una larga historia bíblica, comenzada con la historia de Caín y Abel, de nuevo con los hermanos Isaac e Ismael, Jacob y Esaú, e interpretada en diferentes parábolas de Jesús. En la predicación de Jesús, las figuras de los dos hermanos reflejan, sobre todo, el problema Israel-paganos... Al descubrir que los paganos son llamados sin someterlos a las obligaciones de la Ley, Israel expresa su disgusto: «En tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya». Con las palabras: «Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo» la misericordia de Dios invita a Israel a entrar.

Pero el significado de este hermano mayor es aún más amplio. En un cierto sentido, representa al hombre devoto, es decir, a todos los que se han quedado con el Padre sin desobedecer nunca sus mandamientos. En el momento en que el pecador regresa, se despierta la envidia, este veneno escondido hasta entonces en el fondo de su alma. ¿Por qué esta envidia? Demuestra que muchos de los «devotos» tienen también ellos escondido en su corazón el deseo de un país lejano y sus alicientes. La envida revela que estas personas no han comprendido realmente la belleza de la patria, la felicidad del «todo lo mío es tuyo», la libertad de ser hijos y propietarios. Y así aparece que también ellos desean secretamente la felicidad del país lejano... Y, al fin, no entran a la fiesta; al final se quedan fuera...

Cardenal José Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
Retiro predicado en el Vaticano, 1983

Solemnidad de la Anunciación del Señor

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26-38

A los seis meses el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
—No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel: — ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María Contestó: —Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el ángel.

V Domingo de Cuaresma

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 12, 20-33

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; éstos acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:

-- Señor, quisiéramos ver a Jesús.

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:

-- Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva el Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré? : Padre líbrame e esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre glorifica tu nombre.

Entonces vino una voz del cielo:

-- Lo he glorificado y volveré a glorificarlo

La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

Jesús tomó la palabra y dijo:

-- Esta voz no he venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

martes, 20 de marzo de 2012

Nos hablas, José


Con tu silencio como respuesta
y con tus pisadas, suaves y humildes,
nos muestras el camino de la fe.
Con tu silencio, obediente y puro,
hablas, más que con palabras, con tus propias obras.
¡Sí; José!
Acercarse a tu pecho es sentir el rumor de Dios
saber que, en la soledad y en la prueba,
es donde se demuestra la grandeza que presumimos
la verdad o la mentira de lo que somos.
Nadie como Tú, José, habló tanto en imperceptibles palabras:
Tu vida fue un canto a la obediencia
Tu caminar se convirtió en letra impresa
Tu sendero marcó un antes y un después
para los que, como Tú, queremos seguir dejando huella.
¡NOS HABLAS, JOSÉ!
Desde la bondad frente a tanto odio
Desde la fe ante las dudas que nos rodean
Desde el silencio cuando el ruido nos atenaza
Desde la responsabilidad
cuando caemos bajo el peso de nuestras fragilidades
¡NOS HABLAS, JOSÉ!
En sueños que, mirando al cielo, se convierten
en destellos divinos
En sueños que, mirando a la tierra,
nos empujan a ser decididamente rectos
En sueños que, en las noches oscuras,
disipan preocupaciones y horas amargas.
¡NOS HABLAS, JOSÉ!
Sin elocuencia pero con la verdad de tu vida
Sin ruido pero con la decisión de tu cayado
Sin, subidas o bajadas de ángeles,
pero con los pies en la tierra
Sin riqueza en tu hogar ni monedas en tu túnica
pero con el tesoro inmenso de tu fe sin límites.
¡Sí! ¡Así nos hablas, José!
Toda tu vida es páginas por escribir
de alguien que ya habló con su propia existencia.
Amén
Javier Leoz

IV Domingo de Cuaresma

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 14- 21

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

-- Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

viernes, 16 de marzo de 2012

Muy interesante...

Promesas cumplidas






Homilía de Benedicto XVI en la celebración eucarística
con los seminaristas durante la JMJ 2011

Día del Seminario 2012: Pasión por en Evangelio


ORACIÓN
Dios, Padre nuestro,
que enviaste a tu Hijo Jesucristo
para salvar el mundo:
Él sigue llamando hoy
y eligiendo a algunos de sus discípulos
para convertirlos en apóstoles de su Iglesia.
Suscita, con la fuerza del Espíritu Santo,
generosas y abundantes respuestas
a sus llamadas en las familias,
en las comunidades cristianas
y en la vida de los seminarios.
Se cumpla así la promesa,
«os daré pastores según mi corazón»:
sacerdotes, ministros fieles de la Palabra,
de la Eucaristía y del Perdón.
Que vivan siempre identificados con Cristo
y sientan ardientemente
la pasión por el Evangelio.
La santísima Virgen, Madre sacerdotal
y estrella de la evangelización, los acompañe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Te prometo una vida apasionante

martes, 13 de marzo de 2012

Viviendo la Cuaresma

La mochila cuaresmal

1.LA BOTELLA DEL AYUNO. Saborea en estos cuarenta días un poco más la austeridad. Te hará comprender y entender no solamente la solidaridad sino, además, también la caridad. Ofrece el fruto de lo que evitas comer, a los más necesitados.

2.EL LIBRO DEL EVANGELIO. Procura allá donde vayas (en el tren o en el avión, en el paseo o en tu casa, en la iglesia o en tu momento de ocio) leer la Palabra de Dios. Sentirás que, lejos de estar sólo, Él te acompaña.

3.LA CUERDA DE LA ORACION. Distraídos y preocupados por mil situaciones olvidamos frecuentemente confiar nuestras acciones, proyectos e ilusiones al Señor. ¿Cuánto hace que no hablas con Él a solas? La cuaresma es una oportunidad para recuperar la cuerda de la plegaria, el hilo conductor de nuestra relación personal con Dios.

4.UN PUÑADO DE TIERRA. Para no olvidar que somos barro y que, sólo Dios, es Dios. La ceniza en cuaresma nos invita a inclinarnos, a descender del pedestal de nuestra autosuficiencia para dejar que Dios reine con todas las consecuencias en nuestra vida.

5.UNA CINTA MÉTRICA. Acostumbrados a medir todo, la cuaresma nos da una oportunidad para transitar un camino: el sendero hasta la Pascua. ¿Cuántos metros estás dispuesto/a a recorrer? ¿Sólo metros de dolor? ¿Sólo metros de comodidad? ¿Sólo metros de egoísmo? La cinta métrica cuaresmal nos ofrece otra medida: el Evangelio.

6.UN VASO VACIO. Para llenarlo del Agua Viva que es Jesús. Daremos con Él en los pequeños gestos de bondad o de diálogo, de testimonio o de verdad, de acogida y de perdón que podamos regalar a cuántos nos rodean. Una buena obra poco cuesta (a veces sí) pero provoca muchas satisfacciones internas positivas.

7.ALIMENTOS IMPRESCINDIBLES. Porque, en la Pascua, nos espera la Eucaristía. El pan que se parte y, después de ser bendecido, convertido en el mismo Cuerpo de Cristo. El vino que, traspasado por la mirada del Señor, se convierte en su misma sangre. Quitemos de la mochila de nuestra dieta ciertos caprichos empalagosos y, en su lugar, los sustituyamos por otros deleites divinos.

8.DOS TROZOS DE MADERA. Para diseñar y pensar nuestra propia cruz. Para intentar completar , como dice San Pablo, lo que falta a la pasión de Cristo. Avanzando en la cuaresma nos daremos cuenta que Cristo pudo habernos redimido sin dolor, sin cruz, sin sangre….pero que, en la cruz, nos dio la mayor muestra de su amor.

9.UNA ESPONJA. La convivencia, la crisis económica que estamos padeciendo, el poder por el poder, el tener por el tener….nos hace insensibles y ensucia nuestras almas, empaña nuestros deseos de eternidad. La esponja cuaresmal nos ayudará a desprendernos de aquello que obstaculiza el paso de la gracia de Dios. Abrirá los poros de nuestra piel para que, el Espíritu Santo, nos eleve más hacia el cielo.

10.SANDALIAS PENITENCIALES. A la Pascua no podemos llegar satisfechos ni atrincherados en sendas elegidas o a la carta. Las sandalias cuaresmales lejos de llevarnos por atajos, nos conducen por caminos verdaderos: sinceridad, conversión, humildad y escucha de la Palabra

Hoy

Charlas Cuaresmales

Preparemos la Pascua - Charlas Cuaresmales
por el P. Ismael Olmo Noriega, OCD
(Superior de la Comunidad)

Días: 26, 27 y 28 de marzo
Hora: 7 de la tarde.
Lugar: Capilla Interior.

Temas: Sentido del pecado y la redención.
Escuchar la Palabra de Dios.
La oración, camino para la unión con Dios.

Intenciones para Marzo

General. La contribución de la mujer.
Para que en todo el mundo sea reconocida adecuadamente la contribución de la mujer al
desarrollo de la sociedad.

Misionera. Cristianos perseguidos.
Para que el Espíritu Santo conceda perseverancia a cuantos son discriminados, perseguidos y
asesinados por el nombre de Cristo, particularmente en Asia.

Símbolos de la Cuaresma

La cuaresma es DESIERTO: es sequedad, soledad, ayuno, austeridad, rigor, esfuerzo, penitencia, peligro, tentación.
La cuaresma es PERDÓN: Las historias bíblicas de Jonás y de Nínive y la parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello.
La cuaresma es ENCUENTRO: es abrazo de reconciliación como en la parábola del hijo pródigo o en la conversión de Zaqueo o en el diálogo de Jesucristo con la mujer adúltera.
La cuaresma es LUZ: como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo.
La cuaresma es SALUD: símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del hijo del centurión.
La cuaresma es AGUA: es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la mujer samaritana.
La cuaresma es LIBERACIÓN, TRIUNFO: es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Algunas figuras bíblicas, que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Ester, el profeta Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado.
La cuaresma es CRUZ: signo y presencia permanente durante toda la cuaresma. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo y como su llamada cargar con ella como condición para el seguimiento.
La cuaresma es TRANSFIGURACIÓN: es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. "Por la cruz a la luz".
La cuaresma es el ESFUERZO por retirar el fermento viejo e incorporar la LEVADURA NUEVA DE LA PASCUA RESUCITADA Y RESUCITADORA, ahora y para siempre.

III Domingo de Cuaresma

Evangelio según San Juan 2,13-25.

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio". Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar". Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado. Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre.

martes, 6 de marzo de 2012

La grandeza del amor de Dios

El que posee el amor de Cristo que cumpla sus manda­mientos. ¿Quién será capaz de explicar debidamente el vinculo que el amor divino establece? ¿Quién podrá dar cuenta de la grandeza de su hermosura? El amor nos eleva hasta unas alturas inefables. El amor nos une a Dios, el amor cubre la multitud de los pecados, el amor lo aguanta todo, lo soporta todo con paciencia; nada sórdido ni altanero hay en él; el amor no admite divi­siones, no promueve discordias, sino que lo hace todo en la concordia; en el amor hallan su perfección todos los elegidos de Dios, y sin él nada es grato a Dios. En el amor nos acogió el Señor: por su amor hacia nosotros, nuestro Señor Jesucristo, cumpliendo la voluntad del Padre, dio su sangre por nosotros, su carne por nuestra carne, su vida por nuestras vidas.

Ya veis, amados hermanos, cuán grande y admirable es el amor y cómo es inenarrable su perfección. Nadie es capaz de practicarlo adecuadamente, si Dios no le otorga este don. Oremos, por tanto, e imploremos la misericordia divina, para que sepamos practicar sin tacha el amor, libres de toda parcialidad humana. Todas las generaciones anteriores, desde Adán hasta nuestros días, han pasado; pero los que por gracia de Dios han sido perfectos en el amor obtienen el lugar destinado a los justos y se manifestarán el día de la visita del reino de Cristo. Porque está escrito: Anda, pueblo mío, entra en los aposentos y cierra la puerta por dentro; escóndete un breve instante mientras pasa la cólera; y me acordaré del día bueno y os haré salir de vuestros sepulcros.

Dichosos nosotros, amados hermanos, si cumplimos los mandatos del Señor en la concordia del amor, porque este amor nos obtendrá el perdón de los pecados. Está escrito: Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuyo espíritu no hay fal­sedad. Esta proclamación de felicidad atañe a los que, por Jesucristo nuestro Señor, han sido elegidos por Dios, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

(San Clemente I, Corintios 49-50)

SALMO 144, II: Himno a la grandeza de Dios

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.

Estoy loco

Estoy loco, chiflado, no sé lo que me pasa.
En algunos momentos sólo en la oración,
a los pies de la Cruz de Jesús
y al lado de María,
tengo sosiego.

San Rafael Arnáiz.

Perdóname

Perdóname por todo lo que puedo yo misma sujetarme;
sujetarme para no ir a ti, mi Señor.
Perdóname por todo lo que puedo retener aún siendo tuyo;
 por todo lo que puedo quebrantar, doblegar, vencer.
Perdóname por echar siete llaves a mi alma
y no contestar cuando llamas a mi puerta.
Perdóname por vencer mi cuerpo,
por clavarlo a la pared y no dejarlo ir a ti...
Por poder más que tú sobre alma y cuerpo, perdóname...
Por poder más que tú y más que yo.
DULCE MARÍA LOYNAZ

Pedid y se os dará

“Jesús no enseña una religión para élites, totalmente desinteresada. La noción de Dios que Jesús nos enseña es diferente: su Dios es muy humano; es un Dios bueno y poderoso. La religión de Jesús es muy humana, muy simple, es la religión de los sencillos: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra porgue has escondido estas cosas a los sabios e inteligentes y las has revelado a los humildes y sencillos.

Los pequeños, los que tienen necesidad de la ayuda de Dios y lo dicen, comprenden la verdad mucho mejor que los inteligentes, quienes, rechazando la oración de petición y no admitiendo más que la alabanza desinteresada a Dios, construyen en el hombre una autosuficiencia que no se corresponde con su indigencia, tal como lo expresan las palabras de Ester Protégeme. Detrás de esta noble actitud que no quiere molestar a Dios con sus pequeños males, se esconde la pregunta siguiente: ¿puede Dios dar respuesta a las realidades de nuestra vida? ¿Puede cambiar nuestras situaciones y entrar en la realidad de nuestra vida terrena? Si Dios no actúa, si no tiene poder sobre los aconteci¬mientos concretos de nuestra vida, ¿cómo sigue siendo Dios? Y si Dios es amor, ¿no encontrará el amor una posibilidad de responder a la esperanza del que lo ama? Si Dios es amor, si no pudiera ayudamos en nuestra vida concreta, el amor no sería el último poder del mundo”.


J. Ratzinger (actual papa Benedicto XVI)

domingo, 4 de marzo de 2012

Domingo II de Cuaresma



LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 9, 2, 10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

-- Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:

-- Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:

-- No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.