Mi alma está sedienta
de ti, como la entraña dura de la tierra,
desgarrada de ardor y de estertores.
De noche sueña con torrentes
que bajan caudalosos de los montes
e inundan el desierto.
Solo tú eres la fuente de agua viva,
el manantial en surtidor perenne.
Dame siempre a beber
el río de tu palabra
que me apague mi sed innumerable.
Esta de ser yo mismo a cada instante
y la de estar contigo para siempre.
Cobíjame a la sombra de tus alas,
Para que no me abrase
Este tórrido sol de mediodía. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario