“Jesús no enseña una religión para élites, totalmente desinteresada. La noción de Dios que Jesús nos enseña es diferente: su Dios es muy humano; es un Dios bueno y poderoso. La religión de Jesús es muy humana, muy simple, es la religión de los sencillos: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra porgue has escondido estas cosas a los sabios e inteligentes y las has revelado a los humildes y sencillos.
Los pequeños, los que tienen necesidad de la ayuda de Dios y lo dicen, comprenden la verdad mucho mejor que los inteligentes, quienes, rechazando la oración de petición y no admitiendo más que la alabanza desinteresada a Dios, construyen en el hombre una autosuficiencia que no se corresponde con su indigencia, tal como lo expresan las palabras de Ester Protégeme. Detrás de esta noble actitud que no quiere molestar a Dios con sus pequeños males, se esconde la pregunta siguiente: ¿puede Dios dar respuesta a las realidades de nuestra vida? ¿Puede cambiar nuestras situaciones y entrar en la realidad de nuestra vida terrena? Si Dios no actúa, si no tiene poder sobre los aconteci¬mientos concretos de nuestra vida, ¿cómo sigue siendo Dios? Y si Dios es amor, ¿no encontrará el amor una posibilidad de responder a la esperanza del que lo ama? Si Dios es amor, si no pudiera ayudamos en nuestra vida concreta, el amor no sería el último poder del mundo”.
J. Ratzinger (actual papa Benedicto XVI)
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