Prometo ante Ti,
Jesús mi Rey,
que deseo
firmemente seas las ruedas de mi caminar y de mi ser.
Que, frente a
otros dioses que intentan colarse en mi vida,
no pretendo otra
cosa sino que, Tú mi Rey, seas mi centro.
¿Me ayudarás,
Señor, a conocerte?
¡Tengo tanto miedo
a que llegues y no te reconozca!
¡Tengo tanto temor
a decir que “creo en Ti” y no saber nada sobre
Ti!
En este Año de la
Fe, oh Señor y mi Rey,
haz que comprenda
que tu eres la cabeza de mi existencia
que, sin Ti, la
caridad se queda a medio camino
y, mi corazón,
abierto de vez en cuando.
Haz que, al
acercarme a la fuente de tu Palabra,
el castillo de mis
entrañas se haga más fuerte y verdadero
más limpio y puro,
más cristalino, profundo, auténtico y cristiano.
Que, ningún otro
rey, frente a Ti –gran Rey-
tenga mejor posada
que la que Tú mereces
Que, ningún otro
rey, antes que Tú –gran Rey-
merezca adoración
alguna .
En el Año de la Fe
me consagro a Ti,
oh mi Rey, como vasallo de tu Reino:
ayúdame a trabajar
por él y a construirlo con tu Espíritu
Enséñame a
escuchar y valorar las Escrituras de tu reinado
Inspírame acierto
en mis decisiones y proyectos
para que, cuando
llegues –gran Rey-
me encuentres en
la azotea de tu castillo:
vigilante y
atento, despierto y con fe
sin sueño,
espabilado, ardiente y con esperanza.
Que cuando
regreses, oh –mi gran Rey-
puedas decir de
mí:
¡He aquí a un
siervo bien dispuesto!
Amén
Javier Leoz
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