2013-09-05 Radio Vaticana
(RV).- El Papa Francisco ha enviado un mensaje al padre Fernando Millán, Prior General de la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, con ocasión del Capítulo General que la orden celebra este mes de septiembre. “El antiguo carisma carmelita ha sido durante ocho siglos un don para toda la Iglesia, y aún hoy sigue ofreciendo su contribución única a la edificación del Cuerpo de Cristo” escribe el Papa, que sugiere considerar tres elementos “que pueden guiar a los carmelitas en la realización de su vocación: “obsequio, oración y misión”.Hablando del primer punto, el Pontífice señala que “en un mundo que a menudo entiende mal a Cristo y, de hecho, lo rechaza, los religiosos contemplativos están invitados a participar y acercarse más profundamente a Él. Es una llamada a seguir a Cristo y a conformarse a Él. Esto es de vital importancia en nuestro mundo desorientado, porque cuando se apaga su llama todas las otras luces terminan perdiendo su fuerza". Cristo está presente en la fraternidad, en la liturgia y en el ministerio: renueven -dice el Papa a los carmelitas- el obsequio de todas sus vidas”.
Hablando de la oración, el Papa Francisco ha dicho que ésta es el “camino real”, que abre a las profundidades del Misterio de Dios, pero es también el sendero obligado para peregrinar por el mundo. A lo largo de su historia, los grandes Carmelitas fueron un fuerte recordatorio de las raíces de la contemplación, raíces siempre fecundas de oración. Este es el corazón del testimonio de ustedes: la dimensión "contemplativa de la Orden”.
“El retorno a la sencillez de una vida centrada en el Evangelio” es el reto que propone el Santo Padre Francisco para la renovación de la Iglesia, comunidad de fe que siempre encuentra nuevas maneras de evangelizar el mundo en constante transformación. “Los santos carmelitas eran grandes predicadores y maestros de oración. Esto es lo que se requiere una vez más al Carmelo del siglo XXI”. “Un carmelita sin esta vida contemplativa es un cuerpo muerto”. Y junto a la contemplación, añade el Papa: una vida austera y penitente.
Y Finalmente, Francisco, ha recordado a los queridos hermanos carmelitas, a los que llama “profetas de la esperanza”, que la suya es la misma misión de Jesús. “Sean misioneros del amor, de la misericordia y de la ternura de Dios”. Sería de poca utilidad cualquier planificación, si el Capítulo de la Familia Carmelita no emprendiera un camino de verdadera renovación. “Hoy en día, la misión a veces plantea problemas difíciles, porque el mensaje del Evangelio no siempre es acogido y a veces es rechazado con violencia. Pero nunca debemos olvidar -subraya el Pontífice-, que, incluso si se nos arroja a las aguas turbias y desconocidas, Aquel que nos llama a la misión también nos da el coraje y la fuerza para llevarla a cabo”.
(ER RV)
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