Del Santo Padre Juan Pablo II,
A ti, Virgen Inmaculada, predestinada
por Dios por encima de toda otra criatura
como abogada de gracia y modelo de
santidad para su pueblo, renuevo hoy de
especial manera la confiada entrega de
toda
Sé tú quien guíe a sus hijos en la peregrinación
de la fe, haciéndolos cada vez más
obedientes y fieles a
Sé tú quien acompañe a cada cristiano en
el camino de la conversión y de la santidad,
en la lucha contra el pecado y en la búsqueda
de la belleza auténtica, que es siempre
impronta y reflejo de
Sé tú también quien alcance paz y salvación
para todas las gentes. Que el eterno
Padre, que te quiso Madre Inmaculada del
Redentor, renueve también en nuestro
tiempo, por mediación tuya, los prodigios
de su amor misericordioso.
Amén.
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