¡ Ángel Santo de Dios,
a quien he sido encomendado
por una misericordia providencia!
Te doy gracias por los cuidados con que me has rodeado
a lo largo de mi vida temporal y espiritual.
Te doy gracias porque me asistes con fidelidad,
me proteges con constancia
y me defiendes poderosamente contra los ataques del enemigo.
Que el Corazón de Jesús,
lleno de amor por sus hijos, te recompense.
¡Ángel Custodio!
¡Qué pena siento cuando me resisto a tus aspiraciones,
cuando no respeto tu presencia
y por las veces en que te he entristecido a ti,
que eres mi mejor amigo!
Perdóname y no dejes de alumbrarme,
guiarme y corregirme.
No me abandones ni por un instante
hasta el final de mi vida,
para que entonces mi alma, llevada sobre tus alas,
encuentre misericordia ante Dios
y la paz eterna de los santos. Amén.
(Adaptado de una oración de santa Gertrudis al Ángel de la guarda)
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