lunes, 28 de febrero de 2011
María, discípula de Jesús
Padre nuestro, tu palabra nos hace salir de nuestra tierra, tu aliento nos acompaña en el camino. Tú nos abres el oído para oír a Jesús, nos invitas a seguir sus pisadas. María nos precede en el camino, lleva encendida la antorcha de la fe. Viene con nosotros una gran comunidad de hermanos y hermanas, que tú nos has regalado para hacer en iglesia el camino. Los dones con que tu Espíritu embellece a cada uno, son compartidos por todos en una mesa común. Con los mejores hijos de la iglesia decimos: “Gocémonos Amado y vámonos a ver en tu hermosura, al monte o al collado, do mana el agua pura. Entremos más adentro en la espesura”.
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