•Por todos los jóvenes, para que respondan generosamente a la llamada
de Cristo acogiendo en su corazón la radicalidad del mensaje evangélico.
Roguemos al Señor.
•Por los religiosos, los miembros de institutos seculares y de nuevas formas de vida consagrada, por el orden de las vírgenes, para que del encuentro con Cristo reciban los frutos de santidad que muestren al mundo el Amor de Dios. Roguemos al Señor.
•Por todas las familias, elegidas por Dios para transmitir la fe a la próxima generación, para que impulsadas por la fuerza del Espíritu y el amor de Jesús, puedan ejercer su misión de engendrar vocaciones para el Cielo. Roguemos al Señor.
•Por quienes estamos participando en esta celebración de acción de gracias por la vida consagrada, para que todos seamos uno en el amor, y el mundo crea en Jesucristo, único Salvador de todos los hombres. Roguemos al Señor.
«A vosotros, jóvenes, os digo: si sentís la llamada del Señor, ¡no la rechacéis! Entrad más bien con valentía en las grandes corrientes de santidad, que insignes santos y santas han iniciado siguiendo a Cristo. Cultivad los anhelos característicos de vuestra edad, pero responded con prontitud al proyecto de Dios sobre vosotros si Él os invita a buscar la santidad en la vida consagrada.
Admirad todas las obras de Dios en el mundo, pero fi jad la mirada en las realidades que nunca perecen. El tercer milenio espera la aportación de la fe y de la iniciativa de numerosos jóvenes consagrados, para que el mundo sea más sereno y más capaz de acoger a Dios y, en Él, a todos sus hijos e hijas.»
(Juan Pablo II, Vita consecrata, 0 )
de Cristo acogiendo en su corazón la radicalidad del mensaje evangélico.
Roguemos al Señor.
•Por los religiosos, los miembros de institutos seculares y de nuevas formas de vida consagrada, por el orden de las vírgenes, para que del encuentro con Cristo reciban los frutos de santidad que muestren al mundo el Amor de Dios. Roguemos al Señor.
•Por todas las familias, elegidas por Dios para transmitir la fe a la próxima generación, para que impulsadas por la fuerza del Espíritu y el amor de Jesús, puedan ejercer su misión de engendrar vocaciones para el Cielo. Roguemos al Señor.
•Por quienes estamos participando en esta celebración de acción de gracias por la vida consagrada, para que todos seamos uno en el amor, y el mundo crea en Jesucristo, único Salvador de todos los hombres. Roguemos al Señor.
«A vosotros, jóvenes, os digo: si sentís la llamada del Señor, ¡no la rechacéis! Entrad más bien con valentía en las grandes corrientes de santidad, que insignes santos y santas han iniciado siguiendo a Cristo. Cultivad los anhelos característicos de vuestra edad, pero responded con prontitud al proyecto de Dios sobre vosotros si Él os invita a buscar la santidad en la vida consagrada.
Admirad todas las obras de Dios en el mundo, pero fi jad la mirada en las realidades que nunca perecen. El tercer milenio espera la aportación de la fe y de la iniciativa de numerosos jóvenes consagrados, para que el mundo sea más sereno y más capaz de acoger a Dios y, en Él, a todos sus hijos e hijas.»
(Juan Pablo II, Vita consecrata, 0 )
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