domingo, 28 de agosto de 2011

«Si de la noche a la mañana desaparecieran los sacerdotes, Cantabria sería otra cosa»

DIARIO MONTAÑÉS
Monseñor Vicente Jiménez, Obispo de Santander, cree que es básico fortalecer la fe de toda la Iglesia y asegura que la JMJ «ha sido una siembra que dará grandes frutos»

Su mente y su corazón están llenos de las vivencias de las dos últimas semanas. El encuentro con el Papa, la acogida y la fraternidad vividas en Cantabria con la llegada de los jóvenes peregrinos, la alegría evangelizadora de la juventud... Monseñor Vicente Jiménez, Obispo de Santander, sabe que la Iglesia ha tenido mayor visualización estos días. Una cercanía a la sociedad que debe ser la mejor tarjeta de visita de la evangelización. Y más en su caso, el de «un pastor de todos» que lleva cuatro años recorriendo la diócesis y que es consciente de la importancia de la labor pastoral de los sacerdotes («si desaparecieran, Cantabria sería otra cosa») como 'defensores del bien común y asertores intrépidos de la Verdad'. Que sabe el papel vital que deben jugar los laicos, que explica la necesidad apremiante de nuevas vocaciones, que disfruta con la vitalidad de la juventud...


-Siempre se ha acusado a los jóvenes de inmovilistas y, sin embargo, en los últimos meses se han lanzado a la calle. Primero fueron los del movimiento 15-M y ahora los católicos se han volcado con la visita del Papa.

-Es que quizás lo que mueve el resorte del corazón de un joven es hacer una sociedad mejor. La diferencia está en que mientras unos están desencantados, los otros están muy esperanzados. Unos quieren cambiar el mundo mediante medios constructivos, democráticos y de respeto y los otros han preferido métodos más violentos y más impositivos.

-La Iglesia está muy orgullosa del comportamiento de sus jóvenes durante la visita del Papa. ¿Se lo esperaban?

-Ha sido una experiencia inolvidable y un gran gozo ver a casi dos millones de jóvenes de 130 países vivir estas jornadas con tanta alegría y sentirse Iglesia con su Dios. Aún es muy pronto para hacer valoraciones, pero creo se ha sido una sementera. Se ha hecho una siembra que puede dar grandes frutos.

-Los jóvenes han acudido de forma masiva a Madrid... ¿Participan con la misma alegría en el resto de actividades de la Iglesia?

-La mayoría de los participantes en estas jornadas no llegaron a Madrid de forma aislada, sino organizados en grupo por su diócesis. Esto quiere decir que tienen un recorrido ya hecho. En Santander los 300 jóvenes que han ido, llevaban un año preparándose. La Iglesia vemos en ellos una garantía de futuro y esos nos obliga a que ahora pastores y obispos preparemos un plan pastoral muy bien elaborado para que no se malogre esa cosecha.

-Usted ha sido uno de los obispos confesores en estas jornadas y ha tratado de forma directa con muchos de los voluntarios. ¿Se atrevería a hacer una radiografía de la juventud?

-El perfil era de universitarios , de unos 22 años. Traté a decenas de ellos, sobre todo de países latinoamericanos, que son muy efusivos y sentimentales. Han sido muy espontáneos, incluso pedían hacerse fotografías con nosotros. Contrastaban con la seriedad de los de los países del Centro y Este de Europa, pero sabían pasar de la explosión de fiesta y júbilo, al silencio, a la reflexión y a la oración. También he notado que pese a esa diferencia cultural, incluso idiomática, tienen una problemática común, que es conocer desde el presente que va a ser de su futuro. Me pareció una juventud sana y muy comprometida con sus naciones.

-Quizá en los mensajes de Benedicto XVI se echó de menos una alusión a esa problemática, sobre todo a la falta de empleo...

-Creo que si se leen detenidamente sus mensajes, hay varias alusiones a estos momentos difíciles que sufren los jóvenes. El Santo Padre les vino a decir que deben colaborar entre todos para subsanarlos. Hizo varias llamadas a la colaboración y a los responsables de las naciones para que creen las condiciones necesarias de desarrollo material y laboral para los jóvenes.

-¿Y qué les diría a todos los que han criticado la visita del Papa?

-La Iglesia respeta las críticas, pero también pide objetividad en el análisis de los datos. La JMJ ha supuesto una gran inyección económica, sobre todo, para la hostelería y para el turismo. Nunca antes hubo tanta ocupación hotelera en Madrid en agosto, que ha subido del 40 al 70%. El Gobierno no ha colaborado económicamente en la visita. Si han cedido las instalaciones, y me parece lógico porque los jóvenes que han asistido también contribuyen al erario público.
Cuatro años en Cantabria

-El próximo día 9 de septiembre cumplirá cuatro años como obispo de Santander. ¿Qué balance hace?

-Han sido unos años muy intensos con una gran actividad. Una de las cosas que más me ha gustado realizar ha sido la de promover la pastoral vocacional, para lo cual he restaurado el Seminario Menor y, aunque de momento hay muy pocas vocaciones, es bueno que exista un seminario que sea como un reclamo y como una llamada para los adolescentes, para muchachos jóvenes que sientan la llamada como un indicio y puedan cultivarla en un ambiente sano.

-¿Cómo encontró la Diócesis?

-Lo que más me preocupa es fortalecer la fe de todos los sectores que formamos la Iglesia, porque si hay una renovación fuerte de los sacerdotes también habrá una eficacia apostólica y pastoral más fuerte. También que me gustaría que los laicos sean conscientes del momento en el que vivimos y vivan su vocación personal. Tienen que estar bien formados para ser sal del mundo y levadura en medio de la masa. Creo que los laicos pueden ser palanca de transformación.

-Ha realizado muchos visitas pastorales en estos cuatro años, eso le habrá permitido acercarse a los feligreses...

-Sí, y me ha gustado mucho. Para mi han sido días muy intensos y gozosos que me han permitido ser el pastor de todos. No conocería la Diócesis sino fuera por estas visitas. Me siento muy agradecido por la acogida y me ha sobrecogido ver la sorpresa de los enfermos cuando les he visitado en sus casas y, sobre todo, la espontaneidad de los niños. He jugado con ellos al fútbol y les sorprende que sepa meter penaltis. Disfruto mucho con esos viajes. El próximo otoño iré al arciprestazgo de San Vicente, que llega a Los Corrales y a los valles de Iguña.

-La falta de sacerdotes hace que se cierren parroquias en Cantabria.

-Tenemos 315 sacerdotes para toda la diócesis que cuenta con 615 parroquias. De ellos 103 superan los 75 años. Sólo hay unos 200 con menos de 75 años, que es la edad de jubilación, para poder servir a la diócesis. Con menos de 50 años hay unos 60. Hace falta un relevo generacional, porque la edad media de los sacerdotes de Cantabria está en unos 66 años. Eso hace que haya que replantear presencias y que refundir parroquias. En muchos pueblos hemos tenido que hacer unidades pastorales. Esto no quiere decir que se desatienda a los feligreses, sino que se les atiende de otra manera. No podemos seguir sirviendo a la diócesis como hace 20 años. Hay un desequilibrio entre las ordenaciones y los fallecimientos. Debemos pararnos a reflexionar y ver cómo tenemos que hacer frente a la evangelización.

-¿El mayor problema de la diócesis puede ser la falta de vocaciones?

-Es preocupante. En el Seminario Mayor han acabado este curso diez alumnos. Dos de ellos se van a ordenar en el mes de octubre, el Día del Pilar. Otro esperará hasta San José, en marzo del año que viene, y quedarían 7 seminaristas mayores. En el Seminario Menor hay tres alumnos. Sería necesario que entrara alguno más para que el centro sea un embrión que vaya creciendo y puedan venir si sienten la llamada de Jesús. Lo he cogido con mucha ilusión. Se debe apoyar la vocación, porque es es una vida sacrificada pero muy hermosa. No hay mayor alegría que el darse y hacer el bien a los demás. Tenemos que alentar a los jóvenes para que si sienten la llamada no tengan miedo y sientan que si entran por el camino del sacerdocio su tarea será hermosa y a favor de los demás.

-¿La Iglesia no debería dar alguna facilidad a todos aquellos que sientan esa llamada de Dios, por ejemplo aunque estén casados?

-No lo creo. La vocación debe ser exigente y sin rebajas. Hay voces que creen que si quitamos el celibato y permitimos el matrimonio entre sacerdotes habría más. No lo creo. En la iglesia protestante no existe el celibato y tienen menos vocaciones que la católica. El tema no es celibato sí o celibato no. El tema es que si un joven quiere entregar su vida porque ha tenido la llamada del Señor tiene que ser muy generoso. Y es cierto que debe contar con condiciones que se lo hagan más fácil, como el apoyo familiar. Hay muchos casos de padres que se oponen. La comunidad cristiana debe arroparlos y la sociedad valorar que esa vocación tiene sentido. Parece que ahora se valora más una profesión, como la de médico o ingeniero y no el sacerdocio. No tiene reconocimiento social. A lo mejor no somos tan profesionales como otros, pero hacemos un gran servicio. ¿Qué sería de la sociedad cántabra si de la noche a la mañana desaparecieran todos los sacerdotes y su entrega? Cantabria sería otra cosa.

-¿Qué sector de la población cántabra participa más de las actividades de la Iglesia?

-A nivel de culto y eucaristía, la gente mayor acude mas. En el compromiso del amor y la solidaridad, contamos con gente de edad media y luego hay un grupo minoritario de jóvenes muy activo que quieren ser fermento de otros jóvenes en la universidad, colegios y parroquias.

- Este verano muchos templos no se pueden visitar...

-No se han prohibido las visitas. Había un convenio con la Consejería de Cultura para abrir durante el verano un determinado número de iglesias y se contaba con un presupuesto público que servía de ayuda a las personas que se encargaban de abrir los templos. La diócesis tiene buena disposición para seguir abriendo las iglesias pero no se garantizó esa aportación económica. Tan pronto como se consiga se buscará la solución. La diócesis necesita ese dinero para otras necesidades tan básicas, por ejemplo, como arreglar los tejados.

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