Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.
Nace en Ávila el 28 de marzo de 1515. Entra en la Encarnación el 2 de noviembre de 1535. Funda en Ávila el primer monasterio de carmelitas descalzas con el título de San José el 24 de agosto de 1562. Inaugura el primer convento de frailes contemplativos en Duruelo el 28 de noviembre de 1568. Llegará a fundar 32 casas. Hija de la Iglesia, muere en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582. Gracias a sus obras -entre las que destacan el Libro de la vida, el Camina de perfección, Lar Moradas y las Fundaciones- ha ejercido en el pueblo de Dios un luminoso y fecundo magisterio, que Pablo VI iba a reconocer solemnemente, declarándola doctora de la Iglesia universal el 27 de septiembre de 1970. Teresa, nuestra madre, maestra de oración en el pueblo de Dios y fundadora del Carmelo Teresiano, se nos presenta en la Liturgia de este día con toda su belleza espiritual. A través de los textos del Oficio, el recuerdo de la Santa se transforma en alabanza a Dios que la enriqueció tan sin medida, y en plegaria ferviente pidiendo por la santidad de la Iglesia. Palabra de Dios y palabras de Teresa, entrelazadas, forman el texto de la Liturgia de las Horas. En comunión espiritual con su madre, el Carmelo ofrece hoy el sacrificio de alabanza como eco de la voz glorificadora de quien vive ya en las moradas de la casa del Padre.
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