El 28 de noviembre de 1568 se celebra la primera misa en aquel "portalito de Belén, que no parece cosa mejor..."(Las Fundaciones).
Durante este mes de noviembre hemos vivido dos acontecimientos vocacionales de suma importancia en la Provincia en España, a saber, la Ordenación sacerdotal y la primera Misa de nuestro hermano David. Todos hemos recibido información de los acontecimientos y algunos hemos podido estar presentes en alguno de los momentos señalados. Damos gracias a Dios y deseamos al Hno. David todo lo mejor.
Como colofón de todo lo vivido, hoy, día 28, en el que recordamos el inicio del Carmelo Descalzo, pedimos san S. José protagonista importante en la vida de La Santa Madre y del Santo Padre, que nos guarde y bendiga con nuevas vocaciones.
Oración por los sacerdotes
Ven Espíritu Santo, llena el corazón de Tú sacerdote, el Hno David Mª Alarcón, el fuego de Tú amor con un fuego que enciende, que arda y que queme, hasta consumirlo al grado de que ya no quede nada de su viejo ser. Para que Tú puedas vivir, sentir, amar, moverte, y actuar por medio de él sin que nada Te estorbe.
Revive en él Tus frutos y Tus dones que han sellado su alma tres veces: en su bautismo, en su confirmación y en su ordenación sacerdotal. Hazlo sentir cual es el fruto y el don que Tu más deseas que se manifiesten en su persona y que sean el sello de su sacerdocio.
¡Hazlo santo ya! Tu Iglesia necesita con urgencia sacerdotes santos, pero ellos sólo lo podrán lograr con Tu ayuda y Tu gracia.
Yo sólo puedo pedirte por medio de mis pobres oraciones, pero Tú, Dulce Huésped del Alma, el Amor mismo puedes hacer que él logre todos Tus propósitos. Los propósitos que Tú has tenido para él desde que lo escogiste para sacerdote desde toda la eternidad. Te pido que mires su disposición de servirte con sus manos de barro, las cuales Tú puedes transformar en las Tuyas.
Ya sabes que yo especialmente pido para él, Tu paz, Tu amor, Tu pureza y Tu alegría, y sobre todo que nada ni nadie jamás pueda perturbarlo.
No permitas que ninguna alma se pierda de las que Tú le has encomendado y que el un día junto con todas ellas pueda tener la dicha de alabarte por toda la eternidad en el cielo. Así sea.
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