lunes, 19 de diciembre de 2011

“Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”

Esfuérzate por permanecer en su voluntad y que su voluntad permanezca en ti. Cuando la voluntad de Dios se haya hecho en la tierra como en el cielo, entonces se cumplirá el testamento de Jesús.

Mira el sol y sus rayos.
El sol es símbolo de la voluntad divina, que es el mismo Dios.
Los rayos son esta divina voluntad sobre cada uno de nosotros.
Camina hacia el sol en la luz de tu rayo, distinto de todos los demás, y cumple el maravilloso y particular designio que Dios quiere de ti.
Infinito número de rayos, todos procedentes del mismo sol... Voluntad única, particular sobre cada uno.
Los rayos, cuanto más se aproximan al sol, tanto más se aproximan entre sí. También nosotros, cuanto más nos acercamos a Dios, cumpliendo cada vez con mayor perfección la divina voluntad, tanto más nos acercamos unos a otros.

Hasta que todos seamos uno.

CHIARA LUBICH

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