He experimentado que es verdad que la Palabra de Dios es una presencia de Cristo y coincide con el Verbo mismo.
He pensado, entonces, que esta comunión con Jesús en su Palabra la puedo hacer en cada instante; y en cada instante puedo nutrirme de Él y hacerlo crecer en mí como una comunión continua.
He visto el Evangelio no ciertamente como un libro de consolación donde refugiarse en los momentos dolorosos, para obtener una respuesta, sino como un código que contiene las leyes de la vida, de cada momento de la vida; leyes que no hay que leer solamente y observar, sino que hay que “comer” con el alma, ¡y te hacen Cristo en cada momento!
Y lo he experimentado de un modo tan vital que ha minimizado y hecho caer en la nada todos los aspectos que cada momento de la vida conllevan (dolorosos, alegres, comunes, extraordinarios), resultándome indiferentes el uno en comparación del otro, para ver importante sólo el Cristo que con su Palabra los llena y los vive.
Chiara Lubich
No hay comentarios:
Publicar un comentario