Bendito san José,
Tú fuiste un hombre bueno.
Humilde y sin historia,
Con amor y en silencio
Cumpliste la misión
Recibida del cielo:
Esposo de
Y Custodio del Verbo.
Los ángeles te hablaban
Y explicaban tus sueños.
Tan cercano a nosotros
Como el sencillo obrero
Que en su taller se gana
Con sudor el sustento.
No fue tu vida fácil,
Envuelta en el misterio,
Con dolores y gozos,
Amenazas y miedos.
Para salvar al Niño,
-tu tesoro y tu cielo-,
Te pones en camino
De noche hacia el destierro.
Los ojos de María
-dos brillantes luceros-
El sonreír del Niño,
Te alumbran el sendero.
Hoy
Su patrono perpetuo.
Cuidaste a nuestra Madre,
Y a su Hijo, el Unigénito,
Con paternal ternura
Y esmerado desvelo.
Sé nuestro protector,
Enséñanos tu ejemplo,
Alárganos tu mano
Y llévanos al cielo.
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