En la vigilia de la Ascensión de Jesús a los cielos, pidamos a María que nos ayude a comprender mejor la vocación a la que hemos sido llamados:
No me canso de mirarte, ¡Virgen María!
Esposa del Esposo de mi alma.
Tus ojos son del cielo; el sol, ante ti, se torna luna;
los ángeles cantan a su Reinsa;
los niños se acogen en tu seno;
las mujeres son benditas en tu nombre;
los hombres, ante ti, se tornan hijos.
No me canso de mirarte, ¡Madre mía!
Sólo pido que me mires y digas con ternura:
"¡Éste es mi hijo!"
Esposa del Esposo de mi alma.
Tus ojos son del cielo; el sol, ante ti, se torna luna;
los ángeles cantan a su Reinsa;
los niños se acogen en tu seno;
las mujeres son benditas en tu nombre;
los hombres, ante ti, se tornan hijos.
No me canso de mirarte, ¡Madre mía!
Sólo pido que me mires y digas con ternura:
"¡Éste es mi hijo!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario