San Andrés de Creta (660-740), monje en Jerusalén y obispo de Creta. Gran canon de la liturgia ortodoxa para la cuaresma.
“¿Por dónde empezar a llorar las obras de mi vida?
¿Cuáles serán los primeros acentos de este canto de dolor?
Concédeme, oh Cristo, por tu misericordia,
el perdón de mis pecados…
Como un alfarero modelando el barro,
tú me has dado, Creador mío, carne y hueso,
aliento y vida.
Oh Señor que me has creado, mi juez y mi Salvador,
llévame de nuevo, hoy, hacia ti. Oh Salvador mío,
ante ti confieso mis faltas. Caí bajo los golpes del Enemigo.
He aquí las llagas de mis pensamientos homicidas,
como unos bandoleros han asesinado mi alma y mi cuerpo (Lc 10, 29s).
Sí, he pecado, mi Salvador, pero sé que tú amas al hombre.
Tu ternura es nuestro castigo y tu misericordia nos abrasa.
Me ves llorar y vienes a mí igual que el Padre acoge al hijo pródigo.
Desde mi juventud, oh Salvador mío, he despreciado tus mandamientos.
He pasado mi vida entre las pasiones y la inconsciencia.
A ti acudo; antes que llegue la muerte, Sálvame…
He dilapidado el patrimonio de mi alma en el vacío.
No poseo los frutos del fervor, y tengo hambre.
Te grito: Padre, lleno de ternura, ven a mí, acógeme en tu misericordia.
Aquel que los ladrones asaltaron (Lc 10,30), soy yo en medio
de los extravíos de mis pensamientos.
Me golpean, me hieren.
Pero inclínate sobre mí, Cristo Salvador, y cúrame.
El sacerdote me vio y se giró.
El levita me vio, desnudo y sufriendo, pero pasó de largo.
Pero tú, Jesús nacido de María, te detienes y me socorres…
Me lanzo a tus pies, Jesús, he pecado contra tu amor.
Quítame esta carga demasiado pesada y
en tu misericordia, acógeme.
No me juzgues, no desveles mis acciones,
no escudriñes ni motivos ni deseos.
Sino que, según tu compasión, oh Todopoderoso,
cierra tus ojos ante mis faltas y sálvame.
Es tiempo de arrepentimiento.
Vengo a ti.
Alíviame de la pesada carga de mis pecados y,
según tu ternura, dame lágrimas de arrepentimiento."
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