La cultura del continente europea ha sido modelada por la fe cristiana y mezclada de manera inextricable a su historia, hasta el punto que ésta sería incomprensible sin referencia a los acontecimientos que han caracterizado primero el gran período de la evangelización, y después los largos siglos en el decurso de los cuales el cristianismo, a pesar de la dolorosa división entre Oriente y Occidente, se afirmó como la religión de los europeos como tales...
El camino hacia el futuro no puede dejar de tener en cuenta este hecho; los cristianos están llamados tomar conciencia de manera renovada para demostrar las potencialidades permanentes de esta realidad. Tienen el derecho de aportar una específica contribución a la construcción de Europa, la cual será de mayor valor y eficacia si saben renovarse a la luz del Evangelio. Entonces se harán los continuadores de esta larga historia de santidad que ha a atravesado las diversas regiones de Europa en el curso de estos dos milenios en los que, los santos oficialmente reconocidos no son más que exponentes propuestos como modelos para todos. En efecto, hay innumerables cristianos que por su vida recta y honesta, animados por el amor de Dios y del prójimo, han alcanzado, tanto dentro de las vocaciones consagradas como dentro de las laicales más diversas, una verdadera santidad ampliamente difundida, aunque haya sido de manera escondida. La Iglesia no duda de que este tesoro de santidad es, precisamente, el secreto de su vida pasada y la esperanza de su futuro...
BEATO JUAN PABLO II
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