¿Que tengo yo, Señor Jesús, que Tú no me hayas dado?
¿Qué sé yo que Tú no me hayas enseñado?
¿Qué valgo yo, si no estoy a Tu lado?
¿Qué merezco yo, si a Ti no estoy unido?
Perdóname los yerros que contra Ti he cometido.
Pues Tú me creaste sin que lo mereciera.
Y me redimiste sin que Te lo pidiera.
Mucho hiciste en crearme, mucho en redimirme,
y no serás menos generoso en perdonarme.
Pues la mucha sangre que derramaste
y la acerba muerte que padeciste
no fue por los ángeles que te alaban,
sino por mí y demás pecadores que te ofenden.
Si Te he negado, déjame reconocerte;
Si Te he injuriado, déjame alabarte;
Si Te he ofendido, déjame servirte;
Porque es más muerte que vida
la que no está empleada en tu santo servicio.
Amén
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