martes, 4 de agosto de 2009

San Juan María Vianney

Oraciones que decía asiduamente el Santo Cura de Ars y que enseñaba a los fieles de su parroquia.
I
Te amo, Oh mi Dios.

Mi único deseo es amarte
hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,
y prefiero morir amándote
que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios,
y mi único temor es ir al infierno
porque ahí nunca tendría
la dulce consolación de tu amor.
Dios mío, si mi lengua no es capaz de decir
a cada momento que os ama,
quiero que mi corazón lo diga
tantas veces cuantas respiro.
Dios mío, concédeme la gracia de sufrir amándote
y de amar sufriendo.
Yo os amo, oh Dios mío,
porque tú me tienes aquí abajo crucificado por ti.
Concédeme la gracia de morir amándote
y sintiendo que te amo.

II
¡Dios mío,
concédeme la conversión de mi parroquia;
consiento en sufrir cuanto quieras
durante toda mi vida,
durante cien años los dolores más duros,
con tal que se conviertan!

III

Quiero trabajar por ti, Dios mío.
¡Me someteré a todo lo que me envíes!
Me ofreceré en sacrificio.
Pero Señor, no puedo hacer nada sin ti,
¡ayúdame!
IV
Dios mío, yo creo, creo firmente,
es decir sin la menor duda.
Creo firmemente que estás presente
en todas partes, que me ves, que estoy bajo tus ojos,
que un día te veré claramente yo mismo,
que gozaré de todos los bienes que me has prometido.
¡Dios mío, espero que me recompensarás
de todo lo que he hecho para agradarte!
Dios mío, te amo. ¡Tengo un corazón para amarte!

V
Hoy quiero hacerlo todo y sufrirlo todo por Dios.
Nada por el mundo o por interés;
todo para agradar a mi Salvador.

VI
Dios mío, aquí estás, vengo a adorarte,
alabarte, bedecirte, darte las gracias,
amarte, hacerte compañía con los ángeles.

VII
¡Dios mío!,
-exclamaba entre gemidos-
haced que sufra cuanto quieres,
pero concédeme la gracia
de que no caiga en el infierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario