domingo, 8 de julio de 2012

Frases de Santa Teresa de Lisieux

"Amad vuestra pequeñez"

Domingo XIV del T.O.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 6, 1-6

En aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que le oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí?" Y desconfiaban de él. Jesús les decía:

-- No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.

No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extraño de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.

Segundo día de la Novena

Hoy hemos pedido de una forma muy especial por LAS VOCACIONES AL CARMELO DESCALZO.

Flos Carmeli,
vitis florigera,
esplendor caeli,
virgo puérperas
singularis.

Mater mitis
sed viri nescia
Carmelitis
Esto propitia
Stella Maris.

sábado, 7 de julio de 2012

Primer día de la novena

Un año mas, hemos comenzado la tradicional Novena en Honor a la Virgen del Carmen. A las siete de la mañana se iniciaba el Rosario y Procesión de la Aurora, el Acto de la Novena y la Eucaristía, que este año estará presidida todos los días por el P. José Manuel Arribas OCD, de la comunidad de Gijón. Hoy nos ha predicado acerca de la "alegría", la de la Virgen María y la de los cristianos de hoy en día.


Un año más es de admirar la devoción con que participan los reinosanos y campurrianos en los actos y celebraciones que se organizan desde este santuario de la Virgen del Carmen de Reinosa.


Feliz Novena a todos.

domingo, 1 de julio de 2012

La palabra del Papa

"Que las vacaciones sean una oportunidad para fortalecer la fe, a través de la oración y la caridad"

¿No reparas en la viga en tu ojo?

No tengas en mucho quien está por ti o contra ti; más busca y procura que sea Dios contigo en todo lo que haces. Ten buena conciencia y Dios te defenderá. Al que Dios quiere ayudar, no le podrá dañar la malicia de hombre alguno. Si tú sabes callar y sufrir, sin dudas verás el favor de Dios. Él sabe bien el tiempo y la manera de librarte, y por eso te debes ofrecer a Él en todo. A Dios pertenece ayudar y librar de toda confusión. Algunas veces conviene para nuestra humildad, que otros sepan nuestros defectos y los reprendan.

Cuando el hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca y mitiga a los otros, y satisface a los que le odian. Dios defiende y libra al humilde, al humilde ama y consuela; al humilde se inclina; al humilde da grande gracia, y después de su abatimiento lo levanta a honra. Al humilde descubre sus secretos, y le atrae dulcemente a sí, y le convida. El humilde, recibida la injuria y afrenta, está en mucha paz, porque está en Dios y no en el mundo. No pienses haber aprovechado algo, si no te estimas por el más bajo de todos.

Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros. El hombre pacífico, aprovecha más que el letrado. El hombre que tiene pasión, aún el bien convierte en mal, y de ligero cree lo malo. El hombre bueno y pacífico, todas las cosas consigue la mejor parte. El que está en buena paz, de ninguno tiene sospecha. En cambio, el descontento y alterado, de diversas sospechas es atormentado; ni él descansa ni deja descansar a los otros. Dice muchas veces lo que no debiera y deja de hacer lo que más le convenía. Piensa lo que otros deben hacer y él deja sus propias obligaciones. Ten pues, primero celo contigo, y después podrás tener buen celo con el prójimo.
Tomás de Kempis

La Palabra "encarnada"

CHIARA LUBICH

Con gran alegría recibo sus líneas que dan testimonio del recuerdo y de… la unidad.
Que la Madre del cielo, de la que somos hijas, nos plenifique en la más estrecha unidad y forme en nosotras a su queridísimo Hijo: Jesús Abandonado.
Nos encontramos en la vida, provenientes de dos caminos muy diferentes, las dos orientadas hacia un único Amor. Y ese Amor debe hacernos Uno.
No le he hablado, hermana querida, de nuestra unidad en su aspecto concreto y querría decirle algo hoy por escrito.
Hemos comprendido que el mundo necesita de una cura de… Evangelio, porque sólo la Buena Nueva puede darle la vida que le falta. Es por eso que vivimos la Palabra de Vida.
Cada dos meses el obispo de Asís (Nota: monseñor Giuseppe Placido M. Nicolini, obispo entre 1928 y 1973) nos manda una palabra de la Sagrada Escritura y nosotros la vivimos en el momento presente.
La “encarnamos” hasta llegar a ser palabra viviente. Cada frase del Evangelio es igual a las demás porque contiene toda la Verdad, así como un trozo de la Hostia Santa contiene a todo Jesús.
Sería suficiente una palabra para santificarnos, para ser otro Jesús.
Con el tiempo vivimos muchas palabras de la Sagrada Escritura, de manera tal que quedan como patrimonio imborrable de nuestra alma.
La actual es “No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’ los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Nota: Evangelio de Mateo 7, 21).
Esta es la luz que ilumina a todas las personas que pertenecen a la Unidad durante un mes. Luego llegará otra.
Vivirla en el momento presente es nuestra tarea.
Y todos pueden hacerlo: de cualquier vocación, edad, sexo, condición social… porque Jesús es Luz para todo hombre que llega a este mundo.
Con este simple método nos re-evangelizamos y, con nosotros, al mundo.
¡Quien vive la verdad llega a esta luz!
Intente vivirla y encontrará toda la perfección; y así como cada mañana se alimenta de la Eucaristía, también la saciará esta Palabra. Encontrará en ella, como decía san Francisco, “el maná escondido de las mil fragancias”.
Sólo en la verdad amamos. De lo contrario, el amor es un sentimentalismo vacuo. El amor verdadero es Cristo, la Verdad, el Evangelio.
Seamos Evangelios vivientes, Palabras de Vida, otros Jesús. Así lo amaremos realmente, e imitaremos a María Santísima, la Madre de la Luz, del Verbo.
No tenemos otro libro que el Evangelio, ni otra ciencia u otro arte. Allí está la Vida. Quien la encuentra no muere.
No sé, querida hermana, si he logrado explicarme.
Confío al Espíritu Santo estas pocas palabras. Si el Señor así lo quisiera nos volveremos a encontrar. Mientras tanto, que la unidad con Él sea nuestro único sueño. Con Él directamente y con Él en el prójimo, haciéndonos uno con sus dolores, lágrimas, tormentos, preocupaciones, alegrías, cansancios, trabajos.
En esta unidad encontraremos la paz plena y el gozo perfecto prometidos.
Guardemos en el corazón este tesoro. Él, como un Padre, un Esposo, un verdadero Amigo, al derramar su sangre por nosotros, nos regaló la posibilidad de gozar en plenitud. ¿Hay un amor más grande? Me despido en el infinito amor de Dios e invoco para usted todo el fuego del Esposo.

«Ahí tienes a tu madre»

San Maximiliano Kolbe (1894-1941), franciscano, mártir

Esforcémonos para amar al Señor con el corazón de la Inmaculada, de recibirlo con su corazón, de alabarle con las actitudes de ella, de reparar, agradecer, aunque no lo comprendamos y, sin embargo, es la realidad. Es a través de su corazón, de sus actitudes que alabamos al Señor Jesús. Si verdaderamente es ella quien ama y glorifica a Jesús a través nuestro, es que somos sus instrumentos.

Ella sola nos va a enseñar cómo amar al Señor Jesús mucho mejor, sin comparación, que todos los libros y todos los maestros. Ella nos enseña a amarle tal como ella le ama. Y todo nuestro esfuerzo debe tender a que sea ella sola, con nuestro corazón, la que ame al Señor Jesús.

Sólo el alma poseída por el amor de Dios saca de ella todo lo que le estorba. Todo se concentra en el amor de Dios. Y ahora ¡quién ama más a Jesús pobre y crucificado, en el pesebre, que la Madre santísima! Nadie en el mundo, ni tan sólo entre los ángeles ama ni ha amado tan ardientemente al Señor Jesús como la Madre de Dios... La Inmaculada es el desarrollo total del amor divino en nuestras almas y el medio para acercarnos al corazón de Jesús.

El apostolado de la evangelización y santificación de los hombres

La obra de la redención de Cristo, que de suyo tiende a salvar a los hombres, comprende también la restauración incluso de todo el orden temporal. Por tanto, la misión de la Iglesia no es sólo anunciar el mensaje de Cristo y su gracia a los hombres, sino también el impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico. Por consiguiente, los laicos, siguiendo esta misión, ejercitan su apostolado tanto en el mundo como en la Iglesia, lo mismo en el orden espiritual que en el temporal: órdenes que, por más que sean distintos, se compenetran de tal forma en el único designio de Dios, que el mismo Dios tiende a reasumir, en Cristo, todo el mundo en la nueva creación, incoactivamente en la tierra, plenamente en el último día. El laico, que es a un tiempo fiel y ciudadano, debe comportarse siempre en ambos órdenes con una conciencia cristiana.

La misión de la Iglesia tiende a la santificación de los hombres, que hay que conseguir con la fe en Cristo y con su gracia. El apostolado, pues, de la Iglesia y de todos sus miembros se ordena, ante todo, al mensaje de Cristo, que hay que revelar al mundo con las palabras y con las obras, y a comunicar su gracia.

Esto se realiza principalmente por el ministerio de la palabra y de los Sacramentos, encomendado especialmente al clero, en el que los laicos tienen que desempeñar también un papel importante, para ser "cooperadores de la verdad" incoactivamente aquí en la tierra, plenamente en el cielo(3 Jn., 8). En este orden sobre todo se completan mutuamente el apostolado de los laicos y el ministerio pastoral. A los laicos se les presentan innumerables ocasiones para el ejercicio del apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas, realizadas con espíritu sobrenatural, tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios, pues dice el Señor: "Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt., 5,16).

Aprended de mí

¿Qué es seguir sino imitar? La prueba está en que Cristo sufrió por nosotros dejándonos así un ejemplo, como dice el Apóstol, para que sigamos sus pasos (1P 2,21).

Dichosos los pobres en el espíritu.
Imitad, pues, al que se hizo pobre por vosotros siendo él rico (2C 8,9)
Dichosos los mansos.
Imitad al que ha dicho: tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
Dichosos los que lloran.
Imitad al que lloró sobre Jerusalén
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia.
Imitad al que dice: mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado (Jn 4,34).
Dichosos los misericordiosos.
Imitad al que ayudó a aquel que los ladrones hirieron y yacía en el camino medio muerto y desesperanzado (Lc 10,33).
Dichosos los limpios de corazón.
Imitad al que no tuvo ni sombra de pecado y sobre sus labios no se encontró ni un punto de malicia (1 P 2,22).
Dichosos los pacíficos.
Imitad al que dijo en favor de sus perseguidores: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23,24).
Dichosos los que sufren persecución por causa de la justicia.
Imitad al que sufrió por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas

Con los ojos de la fe que has abierto en mí, te veo, oh mi buen Jesús, te veo clamando y diciendo, como arengando al género humano: «Venid a mí y poneos a mi escuela».

San Agustín(Doctor de la Iglesia)

« Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos »


     Hoy, sobre el altar hemos contemplado a nuestro Señor Jesucristo.
     Hoy, hemos sido alimentados con el carbón de fuego, a la sombra del cual cantan los Querubines (Is 6,2s).
     Hoy hemos oído la voz poderosa y suave que nos dice:

     Este cuerpo quema las espinas de los pecados, ilumina el alma de los hombres.
     Este cuerpo ha sido tocado por la mujer que padecía flujos de sangre y ha sido curada de su enfermedad.
     Este cuerpo, con sólo verlo, curó a la hija de la Cananea.
     Este cuerpo, la pecadora, con todo el ardor de su alma se acercó a Él y fue liberada del barro de sus pecados.
     Este cuerpo, lo tocó Tomás y lo reconoció exclamando: «Mi Señor y mi Dios»
     Este cuerpo, grande y muy alto, es el fundamento de nuestra salvación.

     Antaño, el que es el Verbo y la Vida nos declaró:
«Esta sangre ha sido derramada por vosotros y entregada para la remisión de los pecados.
     Hemos bebido, amados míos, la sangre santa e inmortal.
     Hemos bebido, amados míos, la sangre que fluyó del costado del Señor, que cura toda enfermedad, que libera a todas las almas.
     Hemos bebido la sangre con la que hemos sido rescatados.
     Hemos sido comprados e instruidos, hemos sido iluminados.
     ¡Mirad, hermanos, qué cuerpo hemos comido!
     ¡Mirad, hijos, qué sangre nos ha embriagado!
     Mirad la alianza pactada con nuestro Dios, por miedo a enrojecer en el día terrible, en el día del juicio (cf 1C 11,29).

     ¿Quién está en condiciones de glorificar el misterio de la gracia?Hemos sido juzgados dignos de participar del don.
     Vigilémonos hasta el fin a fin de poder escuchar su voz bendita, dulce y santa:
     «Venid, benditos de mi Padre, recibid en herencia el reino preparado para vosotros» (Mt 25,34)...
     Amados míos, celebramos las maravillas del bautismo de Jesús (cf Mc 10,38), 
su santa y vivificante resurrección,
por la que el mundo ha recibido la salvación.
     Aguardamos todos la dichosa realización
por la gracia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo:
a Él sean dadas la gloria, el honor y la adoración.

Ante el Misterio Eucarístico

PREPARA, AMADO MÍO, PREPARA EN MÍ
UNA APACIBLE Y DELEITOSA MORADA PARA TI,
DE MODO QUE VENGAS A MÍ Y TENGAS EN MÍ TU REPOSO.
MORITIFICA Y QUITA DE MÍ TODO LO QUE TE DESAGRADA.
APÁRTAME Y ARRÁNCAME DE TODO CUANTO HAY DEBAJO DE TI.
HAZME UN HOMBRE A LA MEDIDA DE TU CORAZÓN.
HAZME CONFORME A TU SAGRADA HUMANIDAD.
HIERE LO ÍNTIMO DE MI CORAZÓN CON LA FLECHA DE TU AMOR.
EMBRIAGA MI ESPÍRITU CON EL VINO DE LA PERFECTA CARIDAD.
JÚNTAME A TI ÍNTIMAMENTE,
TRANSFÓRMAME Y MÚDAME TODO EN TI,
PARA QUE PUEDAS TENER EN MÍ TUS DELEITES Y REGALOS.

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón

"Buscarse a sí mismo en Dios es buscar las dulzuras y consolaciones de Dios, y esto es contrario al puro amor de Dios. Es un gran mal tener presente los bienes de Dios más que a Dios mismo, la oración y el despojo. Hay muchos que buscan en Dios sus consuelos y sus gustos, y desean que su Majestad los llene de sus favores y sus dones; pero el número de los que pretenden complacerle y darle alguna cosa en detrimento de ellos mismos, menospreciando su propio interés, es muy pequeño.


Hay muy pocos hombres espirituales, incluso entre los que uno piensa que están muy adelante en la virtud, que consiguen una perfecta determinación para el bien. Jamás llegan a renunciarse enteramente sobre algún punto del espíritu del mundo o de naturaleza, ni a menospreciar lo que se dirá o se pensará de ellos, cuando se trata de cumplir por puro amor a Jesucristo las obras de perfección y de desprendimiento.

El que no quiere sino a Dios solo, no anda en tinieblas, por pobre y privado de luz que pueda ser a sus propios ojos. El alma que, en medio de las sequedades y abandonos, conserva siempre su atención y su solicitud en servir a Dios podrá sentir pena y temor de no llegar al fin; pero, en realidad, ofrecerá a Dios 'un sacrificio de un muy agradable olor."

San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia

Domingo XIII del T.O.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echo a sus pies, rogándole con insistencia:

-- Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.

Jesús se fue con le acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero en vez de mejorar se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.

Jesús, notando que había salido una fuerza de él, se volvió enseguida en medio de la gente, preguntando:

-- ¿Quién me ha tocado el manto?

Los discípulos le contestaron:

--Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿quién me ha tocado?”

Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echo a los pies y le confesó todo. Él le dijo:

-- Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y con salud.

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

-- Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

-- No temas; basta que tengas fe.

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban. Entró y les dijo:

-- ¿Qué estrépito y que lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida.

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano, y le dijo:

-- Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).

La niña se puso en pie inmediatamente y echo a andar --tenía doce años--. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.