sábado, 24 de noviembre de 2012

Decálogo para el Año de la Fe


1.    Redescubre, estudia, reflexiona, piensa aquello que dices creer o profesar. "Para confirmar nuestra fe rectamente expresada" (Pablo VI), "redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada" (Benedicto XVI).

2.    Acércate al impresionante contenido de la fe católica expresado en numerosos documentos. "Para promover el estudio de las enseñanzas del Concilio Vaticano II" (Pablo VI), "con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza" (Benedicto XVI).

3.    Lleva tu fe a las realidades cotidianas. No dejes que lo de fuera pueda con la riqueza de tu bautismo. "Para sostener los esfuerzos de los católicos que buscan profundizar las verdades de la fe" (Pablo VI); "intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo" (Benedicto XVI).

4.    La fe no es ningún gueto ni algo cerrado. Siempre hay algo nuevo por descubrir. "Invitar a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo" (Benedicto XVI)

5.    En la sociedad  nos contagiamos de muchas cosas –algunas de ellas no muy buenas- pero, el Año de la Fe, nos invita a contagiar a otros nuestras convicciones cristianas. "Comprometerse a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe" (Benedicto XVI)

6.    El tono menor no es mejor altavoz para transmitir las verdades fundamentales de la vida cristiana. Donde hay un cristiano debiera de existir un testimonio de sus ideales. "Suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza" (Benedicto XVI)

7.    Con creer no basta. No es suficiente. El Año de la Fe nos empuja a entregarnos con más plenitud y libertad a la voluntad de Dios. “Comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios" (Benedicto XVI)

8.    No podemos decir “cuanto te quiero, Dios” y a continuación vivir de espaldas a todos sus preceptos.Comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios" (Benedicto XVI)

9.    Vivir en una casa, pero sin muebles, puede llevar a un desinterés total por ella, a un vegetar bajo mínimos y sin lo imprescindible. El acto de fe sin contenidos nos conduce a la total subjetivación de la fe” (Benedicto XVI)

10.  En el Catecismo de la Iglesia Católica podemos encontrar una buena inyección para ayudar al cuerpo de nuestra fe.El año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados en el Catecismo de la Iglesia Católica (Porta fidei, no. 11).

Jesucristo, Rey del Universo


En el Año de la Fe


 

Prometo ante Ti, Jesús mi Rey,

que deseo firmemente seas las ruedas de mi caminar y de mi ser.

Que, frente a otros dioses que intentan colarse en mi vida,

no pretendo otra cosa sino que, Tú mi Rey, seas mi centro.

¿Me ayudarás, Señor, a conocerte?

¡Tengo tanto miedo a que llegues y no te reconozca!

¡Tengo tanto temor a decir que “creo en Ti” y no saber nada sobre  Ti!

En este Año de la Fe, oh Señor y mi Rey,

haz que comprenda que tu eres la cabeza de mi existencia

que, sin Ti, la caridad se queda a medio camino

y, mi corazón, abierto de vez en cuando.

Haz que, al acercarme a la fuente de tu Palabra,

el castillo de mis entrañas se haga más fuerte y verdadero

más limpio y puro, más cristalino, profundo, auténtico y cristiano.

Que, ningún otro rey, frente a Ti –gran Rey-

tenga mejor posada que la que Tú mereces

Que, ningún otro rey, antes que Tú –gran Rey-

merezca adoración alguna .

En el Año de la Fe

me consagro a Ti, oh mi Rey, como vasallo de tu Reino:

ayúdame a trabajar por él y a construirlo con tu Espíritu

Enséñame a escuchar y valorar las Escrituras de tu reinado

Inspírame acierto en mis decisiones y proyectos

para que, cuando llegues –gran Rey-

me encuentres en la azotea de tu castillo:

vigilante y atento, despierto y con fe

sin sueño, espabilado, ardiente y con esperanza.

Que cuando regreses, oh –mi gran Rey-

puedas decir de mí:

¡He aquí a un siervo bien dispuesto!

Amén

Javier Leoz

Santa María, Madre de Dios

Santa María, Madre de Dios,
consérvame un corazón de niño,
puro y cristalino como una fuente.
Dame un corazón sencillo
que no saboree las tristezas;
un corazón grande para entregarse,
tierno en la compasión;
un corazón fiel y generoso
que no olvide ningún bien
ni guarde rencor por ningún mal.
Fórmame un corazón manso y humilde,
amante sin pedir retorno,
gozoso al desaparecer en otro corazón
ante tu divino Hijo;
un corazón grande e indomable
que con ninguna ingratitud se cierre,
que con ninguna indiferencia se canse;
un corazón atormentado por la gloria de Jesucristo,
herido de su amor, con herida que sólo se cure en el cielo.

¡Dios es tan grande!

En nuestros sentimientos
y en nuestras relaciones con el prójimo
hagamos pasar a Dios delante de todo,
teniendo sólo a Dios
en nuestros afectos, pensamientos,
palabras y acciones,
buscando en todo una única cosa:
ser y hacer lo que es más agradable a Dios.
¡Dios es tan grande!
¡Hay tanta diferencia entre Dios y todo lo que no es de él!

Beato Carlos de Foucauld

Haz el bien...

"No os agobiéis buscando las causas de los grandes problemas de la humanidad; contentaos con hacer lo que podáis para resolverlos ayudando a los que lo necesitan. Algunos me dicen que haciendo caridad a los demás quitam
os las responsabilidades que los Estados tienen hacia los necesitados y pobres. Esto no me preocupa en absoluto, porque, por lo general, no es el amor lo que ofrecen los Estados. Hago sencillamente lo que debo hacer, el resto no me compete.

 
¡Dios ha sido tan bueno con nosotras! Trabajar en el amor es siempre un medio para unirnos a Él. ¡Fijaos en lo que Cristo ha hecho durante su vida terrenal! 'Pasó haciendo el bien'. Les recuerdo a mis hermanas que pasó tres años de su vida pública curando enfermos, leprosos, niños y otros. Es exactamente lo que hacemos nosotras predicando el Evangelio a través de nuestras acciones. Consideramos un privilegio el hecho de poder servir a los demás e intentamos a cada instante hacerlo con todo nuestro corazón. Sabemos bien que nuestra acción no es más que una pequeña gota de agua caída en el océano; pero sin nuestra acción, faltaría esa gota".


Beata Teresa de Calcuta

domingo, 11 de noviembre de 2012

La Llamada


Bienaventurados


Gracias por todo, Madre,

Gracias por todo, Madre,
todo te lo agradezco de corazón,
y quiero atarme a ti
con amor entrañable.
¡Qué hubiese sido de nosotros sin ti,
sin tu cuidado maternal!
Gracias porque nos salvaste
en grandes necesidades;
gracias porque con amor fiel
nos encadenaste a ti.
Quiero ofrecerte eterna gratitud
y consagrarme a ti con indiviso amor.

Amén.

Desaprender


Intenciones para Noviembre

General: Ministros del Evangelio
 
Para que los obispos, sacerdotes y todos los ministros del evangelio den valiente testimonio de fidelidad al Señor crucificado y resucitado.
 
Misionera: La Iglesia peregrina
 
Para que la Iglesia peregrina en la tierra resplandezca como luz de las naciones.

Vuelve a poner, Señor, en mí tus ojos

Vuelve a poner, Señor, en mí tus ojos,
puesto que tantas veces me miraste,
cuando de sombras vanas me sacaste
tras quien fui ciego en falsa luz de antojos.

 No sufra tu piedad largos enojos,
pues de inmortal, mortal carne tornaste;
que no es bien que del soto que plantaste
gocen tus enemigos los despojos.

Baste que al día mil veces lo han cazado
en tu desgracia y mía, sin ser suyo;
no lleven la ya leña estéril seca.
 Y si mil desengaños no han bastado a libertar a este hombre vil que peca,
llévale Tú por fuerza, pues es tuyo.


¡Te necesito, Señor!,

“¡Te necesito, Señor!,
porque sin Ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
...
se sitúa de frente a mí, ante Ti.
¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que Tú has creado;
en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!
Quiero encontrarte en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!
Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
¡Tengo que verte!
Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara contigo”.

Teilhard de Chardin