miércoles, 30 de noviembre de 2011

lunes, 28 de noviembre de 2011

Oramos por las vocaciones al recordar en este día el nacimiento del Carmelo Descalzo en Duruelo.

El 28 de noviembre de 1568 se celebra la primera misa en aquel "portalito de Belén, que no parece cosa mejor..."(Las Fundaciones).

Durante este mes de noviembre hemos vivido dos acontecimientos vocacionales de suma importancia en la Provincia en España, a saber, la Ordenación sacerdotal y la primera Misa de nuestro hermano David. Todos hemos recibido información de los acontecimientos y algunos hemos podido estar presentes en alguno de los momentos señalados. Damos gracias a Dios y deseamos al Hno. David todo lo mejor.
Como colofón de todo lo vivido, hoy, día 28, en el que recordamos el inicio del Carmelo Descalzo, pedimos san S. José protagonista importante en la vida de La Santa Madre y del Santo Padre, que nos guarde y bendiga con nuevas vocaciones.



Oración por los sacerdotes

Ven Espíritu Santo, llena el corazón de Tú sacerdote, el Hno David Mª Alarcón, el fuego de Tú amor con un fuego que enciende, que arda y que queme, hasta consumirlo al grado de que ya no quede nada de su viejo ser. Para que Tú puedas vivir, sentir, amar, moverte, y actuar por medio de él sin que nada Te estorbe.

Revive en él Tus frutos y Tus dones que han sellado su alma tres veces: en su bautismo, en su confirmación y en su ordenación sacerdotal. Hazlo sentir cual es el fruto y el don que Tu más deseas que se manifiesten en su persona y que sean el sello de su sacerdocio.

¡Hazlo santo ya! Tu Iglesia necesita con urgencia sacerdotes santos, pero ellos sólo lo podrán lograr con Tu ayuda y Tu gracia.

Yo sólo puedo pedirte por medio de mis pobres oraciones, pero Tú, Dulce Huésped del Alma, el Amor mismo puedes hacer que él logre todos Tus propósitos. Los propósitos que Tú has tenido para él desde que lo escogiste para sacerdote desde toda la eternidad. Te pido que mires su disposición de servirte con sus manos de barro, las cuales Tú puedes transformar en las Tuyas.

Ya sabes que yo especialmente pido para él, Tu paz, Tu amor, Tu pureza y Tu alegría, y sobre todo que nada ni nadie jamás pueda perturbarlo.

No permitas que ninguna alma se pierda de las que Tú le has encomendado y que el un día junto con todas ellas pueda tener la dicha de alabarte por toda la eternidad en el cielo. Así sea.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Una hermosa oración...

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es "Nuestro redentor". Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en el. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; somos todos obra de tu mano.

I Domingo de Adviento - Ciclo B -

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 13, 33-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!

jueves, 24 de noviembre de 2011

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá

…”Jesús prometió siempre la paz a sus discípulos, tanto antes de su muerte como después de su resurrección, siempre la paz (Jn 14,27; Lc 24,36). Los discípulos jamás alcanzaron la paz exterior, pero vivieron la paz en la lucha y el amor en el sufrimiento; y en la muerte encontraron la vida. Encontraron también un gozoso triunfo cuando, antes de la muerte, se les interrogaba, juzgaba y condenaba. Fueron verdaderos testimonios.

Sí, hay muchos hombres que viven llenos de dulzura en su cuerpo y en su alma hasta el punto de estar penetrados de ella hasta el meollo y hasta las venas, pero cuando seguidamente viene el sufrimiento, las tinieblas, el abandono interior y exterior, no saben qué hacer. Se paran, simplemente, y de ahí nada sacan. Cuando llegan los terribles huracanes, el abandono interior, la tentación exterior del mundo, de la carne y del Enemigo, el que sabrá pasar a través de todo ello encontrará la paz profunda que nadie le podrá quitar. Pero el que no coge este camino se queda atrás y jamás saboreará la paz verdadera. Así se ve cuales son los verdaderos testimonios de Cristo”...

Juan Tablero (hacia 1300-1361), dominico en Estrasburgo

Hacedlos fructificar

El sudor y el esfuerzo que el trabajo necesariamente comportan en la actual condición de la humanidad, ofrecen al cristiano y a todo hombre, que es también llamado a seguir a Cristo, la posibilidad de participar en el amor y la obra que Cristo vino a llevar a cabo. Esta obra de salvación se realizo a través del sufrimiento y la muerte en cruz. Soportando el cansancio del trabajo en unión con Cristo crucificado por nosotros, el hombre, en alguna manera, colabora con el Hijo de Dios a la redención de la humanidad. Se presenta como el verdadero discípulo de Jesús llevando, a su vez, la cruz de cada día en su actividad propia.

Cristo, «aceptando morir por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que también debemos cargar esta cruz que el mundo hace recaer sobre las espaldas de los que persiguen la justicia y la paz». Sin embargo, al mismo tiempo «constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo desper¬tando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robuste¬ciendo también con ese deseo aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin» (Vaticano II, GS 38).

En el trabajo humano, el cristiano encuentra una pequeña parte de la cruz de Cristo, y la acepta en espíritu de redención tal como Cristo aceptó su cruz por nosotros. En el trabajo, gracias a la luz que nos penetra por la resurrección de Cristo, encontramos siempre un resplandor de la vida nueva, del bien nuevo. Encontramos como un anuncio de «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21,1) a los que el hombre colabora precisamente con el esfuerzo del trabajo.

Juan Pablo II. Encíclica Laborem exercens, 27

Intenciones para Noviembre

General:
Por las Iglesias católicas orientales, para que su venerable tradición sea reconocida y estimada como riqueza espiritual por toda la Iglesia.

Misionera:
Para que el continente africano encuentre en Cristo la fuerza para realizar el camino de reconciliación y justicia señalado por el segundo Sínodo de los Obispos de África.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mi, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Solo un puñado de arena

XXXIII Domingo del T.O,

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO25, 14-15.19-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

--Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira he ganado otros dos." Su Señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eras exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al quien tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Domingo XXXII del T.O.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

-- El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:

--¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas:

--Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.

Pero las sensatas contestaron:

-- Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:

--Señor, señor, ábrenos. Pero él respondió:

--Os lo aseguro: no os conozco.

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

sábado, 5 de noviembre de 2011

La libertad del hombre

Libertad y pecado


La libertad del hombre es finita y falible. De hecho el hombre erró. Libremente pecó. Al rechazar el proyecto del amor de Dios, se engañó a sí mismo y se hizo esclavo del pecado. Esta primera alienación engendró una multitud de alienaciones. La historia de la humanidad, desde sus orígenes, atestigua desgracias y opresiones nacidas del corazón del hombre a consecuencia de un mal uso de la libertad.

Amenazas para la libertad

El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier cosa. Es falso concebir al hombre ‘sujeto de esa libertad como un individuo autosuficiente que busca la satisfacción de su interés propio en el goce de los bienes terrenales’ .
Por otra parte, las condiciones de orden económico y social, político y cultural requeridas para un justo ejercicio de la libertad son, con demasiada frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de ceguera y de injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los débiles en la tentación de pecar contra la caridad. Al apartarse de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad divina.

Liberación y salvación

Por su Cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos los hombres. Los rescató del pecado que los tenía sometidos a esclavitud. ‘Para ser libres nos libertó Cristo’ . En El participamos de ‘la verdad que nos hace libres’ . El Espíritu Santo nos ha sido dado, y, como enseña el apóstol, ‘donde está el Espíritu, allí está la libertad’ . Ya desde ahora nos gloriamos de la ‘libertad de los hijos de Dios’ .

Libertad y gracia

La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando ésta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración, a medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra íntima verdad y nuestra seguridad en las pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, el Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.


Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

«Llamó a sus discípulos, escogió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles»

La Tradición apostólica no es una colección de cosas, palabras, como una caja de cosas muertas; la Tradición es el río de la vida nueva que viene desde los orígenes, de Cristo hasta nosotros, y nos implica en la historia de Dios con la humanidad. Este tema de la Tradición... es de gran importancia para la vida de la Iglesia.

El Concilio Vaticano II ha subrayado, a este respecto, que la Tradición es apostólica primero en sus orígenes: «Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones. Por ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios sumo (2C 1,20; 3,16-4,6), mandó a los Apóstoles que predicaran a todos los hombres el Evangelio, comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio, prometido antes por los Profetas, lo completó El y lo promulgó con su propia boca, como fuente de toda la verdad salvadora y de la ordenación de las costumbres» (Dei Verbum 7).

El Concilio prosigue subrayando que este compromiso ha sido fielmente llevado a cabo «por los apóstoles que por la predicación oral, en los ejemplos e instituciones, transmitieron todo lo que habían aprendido de la misma boca de Cristo, viviendo con él y viéndole actuar; y también que ellos mismos gozaban de sugerencias dadas por el Espíritu Santo». Con los apóstoles, añade el Concilio, colaboraron también «unos hombres de su mismo entorno, los cuales, bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo, consignaron por escrito el mensaje de salvación». Cabezas del Israel escatológico, en número de doce tal como lo eran las tribus del pueblo elegido, los apóstoles continuaron la «cosecha» comenzada por el Señor y lo hicieron, ante todo, transmitiendo el don recibido, la Buena Nueva del Reino llegado a los hombres en Jesucristo.

El número de doce expresa no sólo la continuidad con la raíz santa, el Israel de las doce tribus, sino también el destino universal de su ministerio, portador de salvación hasta los extremos de la tierra. Se puede captar eso a partir del valor simbólico de los números en el mundo semítico: doce es el resultado de la multiplicación de tres, número perfecto, por cuatro, número que nos remite a los cuatro puntos cardinales, es decir, al mundo entero.


Papa Benedicto XVI Audiencia general del 3•5•2006

Unidos a la Virgen Maria, te pedimos, Señor

En la tarde del sábado, día en que Dios descansó de su creación, pidamos, por intercesión de María, por la paz del mundo:

Unidos a la Virgen Maria, te pedimos, Señor,
que nos des la pureza de un corazón humilde
para comprender la Verdad
y rechazar las ilusiones engañosas.
Concédenos la libertad de tu gracia y la sencillez de María
para vivir en la justicia y el amor responsable.
Enséñanos a plasmar una cultura nueva
en la que sea posible la participación
de cada hombre, pueblo y raza.
Que el mundo no nos fascine nunca
con aquella paz aparente, oportunista y efímera
que tú rechazaste.
Señor Jesucristo, danos tu paz,
esa paz que brota de tu corazón traspasado,
paz en la verdad, en la justicia y en el amor...
Paz en la unión con el corazón de tu Madre.

Adaptado de una oración de Juan Pablo II

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Descansad

Javier Leoz

Descansad; descansad en las manos que, por ser tan grandes
sólo pueden ser las manos de Dios
Vivid; vivid en aquella ciudad que –sin penas ni tristezas-
sólo puede ser la Ciudad de Dios
Esperad; esperad el último día, pues por estar ya dormidos
para vosotros será un pronto despertad
Orad; orad por los que aquí quedamos,
pues bien sabemos que, nuestra hora, es hora incierta
nuestro mañana, un tanto inseguro
y nuestra fragilidad brota por los cuatro costados
Descansad; hermanos, descansad;
vivisteis y, Dios, os guió con mano providente
Sufristeis: pero ¿quién sabe si ahora no estaréis
descubriendo la otra cara de esa sufrida moneda?
Llorasteis; pero hoy con el pañuelo amoroso del Padre
os sentís reconfortados y consolados
Amasteis; y como un gran capital que nunca decrece,
presentáis las buenas acciones de vuestro ser
los detalles de tanta delicadeza repartida
la suavidad de las palabras que no quisieron herir
la prudencia de los silencios que fueron vuestro baluarte
Sí, hermanos, descansad en las manos de Dios
Porque, en el camino que Cristo os enseñó,
intentasteis llevar una vida y agradable
Con lágrimas y dolor
Con aciertos y fracasos
Con virtudes y pecados
Como los atletas en el estadio o en la competición,
estuvisteis corriendo hacia la meta
arropados y empujados por el Espíritu
enamorados por Jesucristo
atraídos por el amor infinito del Padre
Sí, hermanos, padres, amigos, compañeros,
sacerdotes, y tantos que estáis ya al otro lado:
Descansad y pedid por aquellos que
pensando que somos eternos
un día junto a vosotros también estaremos.
en espera de la resurrección final y definitiva.
Amén.

martes, 1 de noviembre de 2011

Los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. Aleluya.

Padre santo,
tú nos has llamado hijos tuyos y lo somos.
Te damos gracias por tu santidad y porque en Jesucristo,
tu Hijo, nos llamas a todos a ser santos.

Queremos que tu nombre sea santificado en todo el mundo
y especialmente en nuestras vidas.
Hijo justo del Padre, Dios y hombre verdadero,
que nos has hecho partícipes de la naturaleza divina.
Ayúdanos a imitarte y a ser santos como tú eres santos.

Espíritu Santo, que eres Señor y dador de vida,
ven a nuestras almas y llénalas con la plenitud de tus dones.
Haz en nuestro interior una casa
en la que habites junto al Padre y al Hijo.
Sigue guiando a la Iglesia, inspirando a sus pastores
y suscitando en todos nosotros obras de santidad
para que un día podamos compartir la gloria
de los que ya viven en el cielo.

Amén.

Preces por Todos los Santos

En la solemnidad de Todos los Santos invoquemos a Dios, que nos llama a una vida perfecta y feliz:
R/ Sólo tú eres santo.

Te pedimos por la Iglesia,
- consérvala santa para que pueda santificar a todos los que se acogen a ella.

Enséñanos a contemplar la vida de los santos,
-que encontremos en ellos modelos que nos impulsen a crecer en el amor a ti y al prójimo.

Líbranos de la tentación de la tibieza,
- y enciende en nuestros corazones un deseo cada vez mayor de vivir en tu presencia.

Apiádate de los que viven en la tristeza del pecado,
- que sientan la alegría que confiere una vida dedicada a tu servicio.

Haz que nuestra vida suscite en los que no te conocen las ganas de encontrarse con Cristo,
-para que puedan gozar de la salvación que nos ha traído tu Hijo.

Solemnnidad de Todos los Santos

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos; y él se puso a hablar, enseñándolos:

-- Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.