jueves, 31 de mayo de 2012

La Visitación de María / Magnificat

Alma de mi alma

Espíritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.

Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.

Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.

Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.

Dame a conocer lo que debo realizar.

Dame a conocer lo que debo sufrir.

Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar.

Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.

Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios.
(P. José Kentenich)

lunes, 28 de mayo de 2012

Ven

“Ven, luz verdadera.
Ven, vida eterna.
Ven, misterio oculto.
Ven, tesoro sin nombre.
Ven, realidad inefable.
Ven, Persona inconcebible.
Ven, felicidad sin fin.
Ven, luz sin ocaso.
Ven, espera infalible de todos los que deben ser salvados.
Ven, despertar de los que están acostados.
Ven, resurrección de los muertos.
 Ven, oh poderoso, que haces siempre todo y rehaces y transformas por tu solo poder.
Ven, oh invisible y totalmente intangible e impalpable.
Ven, tú que siempre permaneces inmóvil y a cada instante te mueves todo entero y vienes a nosotros, tumbados en los infiernos, oh tú, por encima de todos los cielos.
Ven, oh Nombre bien amado y respetado por doquier, del cual expresar el ser o conocer la naturaleza permanece prohibido.
Ven, gozo eterno.
Ven, corona imperecedera.
Ven, púrpura del gran rey nuestro Dios.
Ven, cintura cristalina y centelleante de joyas.
Ven, sandalia inaccesible.
Ven, púrpura real.
Ven, derecha verdaderamente soberana.
Ven, tú que has deseado y deseas mi alma miserable.
Ven tú, el Solo, al solo, ya que tú quieres que esté solo.
Ven, tú que me has separado de todo y me has hecho solitario en este mundo.
Ven, tú convertido en ti mismo en mi deseo, que has hecho que te deseara, tú, el absolutamente inaccesible. Ven, mi soplo y mi vida.
Ven, consuelo de mi pobre alma.
Ven, mi gozo, mi gloria, mis delicias sin fin”

Ven Espíritu

Ven, tú el más santo de los Espíritus,

Ven , pues;
ven, oh consolador buenísimo del alma que sufre...
Ven, tú que purificas las manchas,
tú que curas las heridas.
Ven, fuerza de los débiles,
vencedor de los orgullosos.
Ven, oh tierno padre de los huérfanos...
Ven, esperanza de los pobres...
Ven, estrella de los navegantes,
puerto de los que naufragan.
Ven, oh gloriosa insignia de los que viven.
Ven, tú el más santo de los Espíritus,
ven y ten compasión de mí.
Hazme conforme a ti...
Juan de Fécamp

Pentecostés

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-- Paz a vosotros

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

martes, 22 de mayo de 2012

Ven, Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo.
Tú eres el Dador de vida,
el Consolador,
el Fuego del alma.
la fuente interior viva.
Tú eres el Amor,
en el sentido divino de esta palabra.
Tenemos absoluta necesidad de Ti
Tú eres el Camino de nuestra vida.
Tú eres el Santificador
que hemos recibido
tantas veces en los sacramentos.
Tú eres el toque de Dios
que ha impreso en nuestras almas
el carácter cristiano.
Tú eres la dulzura y a la par
la fortaleza de la verdadera vida cristiana.
Tú eres dulce huésped de nuestra alma.
Tú eres el amigo para el que queremos tener
atención interior
servicio reverencial
escucha dócil
devoción afectuosa
amor fuerte.
Ven, Espíritu Santo renueva la faz de la tierra.

Pablo VI

Dichos de Luz y Amor

Entra en cuenta con tu razón para hacer lo que ella te dice en el camino de Dios, y valdráte más para con tu Dios que todas las obras que sin esta advertencia haces y que todos los sabores espirituales que pretendes.

Si quieres que en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y apetito de las cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asimiento y pretensión, de manera que no se te dé nada por nada. Porque, así como el enfermo, echado fuera el mal humor, luego siente el bien de la salud y le nace gana de comer, así tú convalecerás en Dios si en lo dicho te curas; y sin ello, aunque más hagas, no aprovecharás.

Si deseas hallar la paz y consuelo de tu alma y servir a Dios de veras, no te contentes con eso que has dejado, porque por ventura te estás, en lo que de nuevo andas, tan impedido o más que antes; las deja todas eso tras cosas que te quedan y apártate a una sola que lo trae todo consigo, que es la soledad santa, acompañada con oración y santa y divina lección, y allí persevera en olvido de todas las cosas; que, si de obligación no te incumben, más agradarás a Dios en saberte guardar y perfeccionar a ti mismo que en granjearlas todas juntas; porque ¿qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si deja perder su alma?

El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente.

A ti se eleva la alabanza de toda criatura.

Oh Dios, Tú eres nuestro Creador.
Tú eres bueno y tu misericordia no conoce límites.
A ti se eleva la alabanza de toda criatura.
Oh Dios, Tú nos has dado una ley interior por la cual debemos vivir.
Hacer tu voluntad es nuestra misión.
Seguir tus caminos es conocer la paz del corazón.
A ti te rendimos nuestro homenaje.
Guíanos en todas las sendas por las que peregrinemos en esta tierra
Líbranos de todas aquellas malas tendencias que conduzcan nuestros corazones lejos de tu voluntad.
Nunca dejes que nos alejemos de ti.
Oh Dios, Juez de toda la humanidad, ayúdanos a ser contados entre tus elegidos en el último día.
Oh Dios, Autor de la paz y la justicia, danos alegría verdadera y auténtico amor y una solidaridad duradera entre las personas.
Danos tus dones eternos. ¡Amén!
¡Que el Dios de la misericordia, el Dios del amor, el Dios de la paz, os bendiga a cada uno y a todos los miembros de vuestras familias!
Juan Pablo II

Pidiéndole guía a Dios (que nos guíe)


De todo corazón ando buscándote,
no me desvíes de tus mandamientos.
Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley.
Un forastero soy sobre la tierra,
No me ocultes tus mandamientos.
Hazme entender el camino de tus ordenanzas, y meditaré en tus maravillas
Grande es tu compasión, Yahveh...

Salmo 119, 10.18-19. 27. 156

«El Espíritu de la Verdad os guiará hasta la verdad plena»

«¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el
Espíritu de Dios» (1 C 2,11).

Apresúrate, pues, a participar del Espíritu Santo: cuando se le invoca, ya está presente; es más, si no hubiera estado presente no se le habría podido invocar. Cuando se le llama, viene, y llega con la abundancia de las bendiciones divinas.

Él es aquella impetuosa corriente que alegra la ciudad de Dios (sl 45, 5). Si al venir te encuentra humilde, sin inquietud, lleno de temor ante la palabra divina, se posará sobre ti y te revelará lo que Dios esconde a los sabios y entendidos de este mundo (Mt 11,25). Y, poco a poco, se irán esclareciendo ante tus ojos todos aquellos misterios que la Sabiduría reveló a sus discípulos cuando convivía con ellos en el mundo, pero que ellos no pudieron comprender antes de la venida del Espíritu de verdad, que debía llevarlos hasta la verdad plena...

Así como aquellos que quieren adorarle deben hacerlo en espíritu y verdad, del mismo modo los que desean conocerlo deben buscar en el Espíritu Santo la inteligencia de la fe... En medio de las tinieblas de las ignorancias de esta vida, el Espíritu Santo es, para los pobres de Espíritu (Mt 5,3), luz que ilumina, caridad que atrae, dulzura que seduce, amor que ama, camino que conduce a Dios, devoción que se entrega, piedad intensa.

Guillermo de san Teodorico

Bendita sea tu pureza

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día
alma, vida y corazón,
míranos con compasión,
no nos dejes Madre mía
y danos tu bendición.

Santa hija de Dios,
Santa madre de Dios,
Santa esposa de Dios.
Mi corazón a tus plantas
pongo divina María
para que a Jesús se lo ofrezcas
junto con el alma mía.
Por vuestro corazón sagrado,
dulcísima Madre mía,
defiéndenos de noche y de día
y de toda culpa y pecado.
Amén.

domingo, 20 de mayo de 2012

La Ascensión del Señor

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 16, 15-20

En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo:

-- Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos

Después de hablarles, el Señor Jesús, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.

domingo, 13 de mayo de 2012

VI Domingo de Pascua

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15, 9- 17

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

-- Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

sábado, 12 de mayo de 2012

Permaneced en mi

No es posible comprometerse en el apostolado directo si no se es un alma de oración. Seamos conscientes de ser uno con Cristo, tal como él era consciente de ser uno con su Padre; nuestra actividad no es verdaderamente apostólica si no en la medida en que le dejamos a él trabajar en nosotros y a través nuestro con su propio poder, su deseo y su amor.

Hemos de llegar a la santidad pero no para sentirnos en estado de santidad, sino para que Cristo pueda plenamente vivir en nosotros. El don total de nosotros mismos en el amor, en la fe, en la pureza, está ligado al servicio de los pobres. Sólo cuando hayamos aprendido a buscar a Dios y su voluntad, nuestras relaciones con los pobres serán un camino de santificación para nosotros y para los demás.

Amad orar; a lo largo del día sentid la necesidad de orar y esforzaos para orar. La oración dilata el corazón hasta tener la capacidad de este don que Dios nos hace de sí mismo. Pedid y buscad, y vuestro corazón se ensanchará hasta poderle acoger y que esté con vosotros. Lleguemos a ser un verdadero racimo de la viña de Jesús, un racimo que dé fruto. Para ello aceptemos a Jesús en nuestra vida tal como a él le plazca de llegar hasta nosotros:

como Verdad para ser dicha,
como Vida para ser vivida,
como Luz para ser encendida,
como Amor para ser amado,
como Camino para ser seguido,
como Gozo para ser dado,
como Paz para ser derramada,
como Sacrificio para ser ofrecido,
entre nuestros familiares, nuestros prójimos, nuestros vecinos.

Beata Teresa de Calcuta.

Amaos los unos a los otros

La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana. El individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza.
La capacidad de aceptar el sufrimiento por amor del bien, de la verdad y de la justicia, es constitutiva de la grandeza de la humanidad… También el “sí” al amor es fuente de sufrimiento, porque el amor exige siempre nuevas renuncias de mi yo, en las cuales me dejo modelar y herir. Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor a la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo… ¿somos capaces de ello?... la fe cristiana tiene precisamente el mérito de haber suscitado en el hombre la capacidad de estos modos de sufrir que son decisivos para la humanidad… La fe nos ha enseñado que Dios ha querido sufrir por nosotros y con nosotros.

Benedicto XVI

Haremos morada en Él

Cristo permanece en su Iglesia: en sus sacramentos, en su liturgia, en su predicación, en toda su actividad. De modo especial Cristo sigue presente entre nosotros, en esa entrega diaria de la Sagrada Eucaristía. Por eso la Misa es centro y raíz de la vida cristiana. En toda misa está siempre el Cristo Total, Cabeza y Cuerpo. Per Ipsum, et cum Ipso et in Ipso. Porque Cristo es el Camino, el Mediador: en El, lo encontramos todo; fuera de El, nuestra vida queda vacía.

Cristo vive en el cristiano. La fe nos dice que el hombre, en estado de gracia, está endiosado. Somos hombres y mujeres, no ángeles. Seres de carne y hueso, con corazón y con pasiones, con tristezas y con alegrías. Pero la divinización redunda en todo el hombre como un anticipo de la resurrección gloriosa. Que así como en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados (1 Co 15,20-22).

La vida de Cristo es vida nuestra, según lo que prometiera a sus Apóstoles, el día de la Ultima Cena: Cualquiera que me ama, observará mis mandamientos, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión dentro de él (Jn 14,23). El cristiano debe –por tanto– vivir según la vida de Cristo, haciendo suyos los sentimientos de Cristo, de manera que pueda exclamar con San Pablo, non vivo ego, vivit vero in me Christus (Ga 2,20), no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí.
San Jose Maria Escrivá de Balaguer

domingo, 6 de mayo de 2012

Intenciones para Mayo

Intención Misionera. María acompañe a los misioneros.

Para que María, Reina del mundo y Estrella de la evangelización, acompañe a todos los misioneros en el anuncio de su Hijo Jesús.


Intención General. La familia.
Para que sean promovidas en la sociedad las iniciativas que defienden y refuerzan el rol de la familia.

Virgen Madre de los Hombres,

Virgen Madre de los Hombres,
escucha los anhelos y esperanzas,
los gozos y las penas de todos tus hijos;
orienta a todos los hombres hacia tu Hijo,
y a los gobernantes, para que encuentren
un camino de verdadera justicia
que ofrezca un futuro digno a la juventud.
Amén.

V Domingo de Pascua

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15, 1-8

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

-- Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé mas fruto. Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.

martes, 1 de mayo de 2012

Ahí tienes a tu Madre (Jn 19, 27)

A ti acudimos, Virgen del Carmen,
en nuestras necesidades y también en nuestras contiendas.
Tú, María, eres la Madre de todos
y tú nos quieres y proteges a todos por igual.
Te pedimos que no te utilicemos para enfrentarnos,
sino como signo de unión entre todos tus hijos,
como nos enseñó tu Hijo Jesús. Amén.

Quien entre por mí se salvará

Yo soy el buen Pastor. Es evidente que el oficio de pas­tor compete a Cristo, pues, de la misma manera que e rebaño es guiado y alimentado por el pastor, así Cristo ali­menta a los fieles espiritualmente y también con su cuerpo y su sangre. Andabais descarriados como ovejas –dice el Apóstol–, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

Pero ya que Cristo, por una parte, afirma que el pastor entra por la puerta y, en otro lugar, dice que el es la puerta, y aquí añade que él es el pastor, debe concluirse, de todo ello, que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo entra por sí mismo, pues él se manifiesta a sí mismo, y por sí mismo conoce al Padre. Nosotros, en cambio, entramos por él, pues es por él que alcanzamos la felicidad.

Pero, fijate bien: nadie que no sea el es puerta, porque nadie sino él es luz verdadera, a no ser por participación: No era él –es decir, Juan Bautista– la luz, sino testigo d la luz. De Cristo, en cambio, se dice: Era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Por ello, de nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reserva para sí; el oficio, en cambio, de pastor lo dio también otros y quiso que lo tuvieran sus miembros: por ello, Pedro fue pastor, y pastores fueron también los otros apóstoles, y son pastores todos los buenos obispos. Os daré –dice la Escritura–pastores a mi gusto. Pero, aunque los prelados de la Iglesia, que también son hijos, sean todos llamados pastores, sin embargo, el Señor dice en singular: Yo soy el buen Pastor; con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser buen pastor, si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del verdadero pastor.

El deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da la vida por las ovejas. Conviene, pues distinguir entre el buen pastor y el mal pastor: el buen pastor es aquel que busca el bien de sus ovejas, en cam­bio, el mal pastor es el que persigue su propio bien.

A los pastores que apacientan rebaños de ovejas no se les exige exponer su propia vida a la muerte por el bien de su rebaño, pero, en cambio, el pastor espiritual sí que debe renunciar a su vida corporal ante el peligro de sus ovejas, porque la salvación espiritual del rebaño es de más precio que la vida corporal del pastor. Es esto precisamente lo que afirma el Señor: El buen pastor da la vida –la vida del cuerpo– por las ovejas, es decir, por las que son suyas por razón de su autoridad y de su amor. Ambas cosas se requieren: que las ovejas le pertenezcan y que las ame, pues lo primero sin lo segundo no sería suficiente.
De este proceder Cristo nos dio ejemplo: Si Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar nues­tra vida por los hermanos.

Santo Tomás de Aquino

Nosotros creemos

¡Tenga quien quisiere cuidado de pedir ese pan; nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos recibir el nuestro pan celestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se pueden deleitar en mirarle por estar tan encubierto, se descubra a los del alma y se le dé a conocer, que es otro mantenimiento de contentos y regalos y que sustenta la vida!

Yo conozco una persona que habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba? Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del fariseo. Y aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaba bien allí.

Porque, si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otros pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué le ir a buscar en otra parte mas lejos; sino que, pues sabemos que mientras no consume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotros el buen Jesús, que nos lleguemos a El. Pues, si cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa?

Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza, doctora de la Iglesia

Renacer del agua y del Espíritu

Oh Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua para significar la gracia del Bautismo.

Oh Dios, cuyo espíritu, en los orígenes del mundo, se cernía sobre las aguas, para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar.

Oh Dios, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.

Oh Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abrahán, para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón fuera imagen de la familia de los bautizados.

Oh Dios, cuyo Hijo, al ser bautizado en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; colgado en la cruz vertió de su costado agua, junto con la sangre; y después de su resurrección mandó a sus apóstoles: «ld y haced discípulos de todos los pueblos, bautizán­doles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.»Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del Bautismo. Que esta agua reciba, por el Espí­ritu Santo, la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen y limpio en el Bautismo, muera al hombre viejo y renazca, como niño, a nueva vida por el agua y el Espíritu.

MISAL ROMANO