lunes, 5 de diciembre de 2011

Dichos de luz y amor de San Juan de la Cruz

El árbol cultivado y guardado con el beneficio de su dueño, da la fruta en el tiempo que de él se espera.

El alma sola, sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que está solo: antes se irá enfriando que encendiendo.

Pues no temes el caer a solas, ¿cómo presumes de levantarte a solas? Mira que más pueden dos juntos que uno solo.

El que cargado cae, dificultosamente se levantará cargado.

Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón. ¿Qué sabes tú si tu apetito es según Dios?

Más agrada a Dios el alma que con sequedad y trabajo se sujeta a lo que es razón, que la que, faltando en esto, hace todas sus cosas con consolación.

El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente.

El alma dura en su amor propio se endurece.

No te conocía yo a ti, ¡oh Señor mío!, porque todavía quería saber y gustar cosas.

Tú, Señor, vuelves con alegría y amor a levantar al que te ofende y yo no vuelvo a levantar y honrar al que me enoja a mi.

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