domingo, 1 de julio de 2012

Aprended de mí

¿Qué es seguir sino imitar? La prueba está en que Cristo sufrió por nosotros dejándonos así un ejemplo, como dice el Apóstol, para que sigamos sus pasos (1P 2,21).

Dichosos los pobres en el espíritu.
Imitad, pues, al que se hizo pobre por vosotros siendo él rico (2C 8,9)
Dichosos los mansos.
Imitad al que ha dicho: tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
Dichosos los que lloran.
Imitad al que lloró sobre Jerusalén
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia.
Imitad al que dice: mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado (Jn 4,34).
Dichosos los misericordiosos.
Imitad al que ayudó a aquel que los ladrones hirieron y yacía en el camino medio muerto y desesperanzado (Lc 10,33).
Dichosos los limpios de corazón.
Imitad al que no tuvo ni sombra de pecado y sobre sus labios no se encontró ni un punto de malicia (1 P 2,22).
Dichosos los pacíficos.
Imitad al que dijo en favor de sus perseguidores: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23,24).
Dichosos los que sufren persecución por causa de la justicia.
Imitad al que sufrió por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas

Con los ojos de la fe que has abierto en mí, te veo, oh mi buen Jesús, te veo clamando y diciendo, como arengando al género humano: «Venid a mí y poneos a mi escuela».

San Agustín(Doctor de la Iglesia)

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