viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad, una esperaza desbordada


Venimos del Adviento, de todos los Advientos,
con deseos y esperanzas que brotan en la tierra,
también traemos llantos de todos los pequeños,
y una Mirada del que solo sabe amar,
nos abre, en Belén, la puerta de la vida.
Con María y José, el gozo revivimos
de sabernos amados para siempre.

Venimos del Adviento, de todos los Advientos,
con los dolores escuchados a la tierra,
con la esperanza maltrecha por tanto desencanto,
y unos Oídos se abren y se acercan.
¡Alguien presta atención a nuestro grito!
Con María y José le contamos nuestra vida
y Dios hecho hombre nos canta su misterio.

Venimos del Adviento, de todos los Advientos,
con mucha hambre de pan y de justicia,
y unas Manos inocentes se nos abren,
solicitando nuestro pan y nuestro vino.
¡Un Dios que nos pide la pobreza,
y, a cambio, nos regala su riqueza!
Con María y José quedamos asombrados.

Venimos del Adviento, de todos los Advientos,
con mucho polvo en los pies de los caminos,
con el dolor de tantas soledades,
y alguien nos abre de par en par su Tienda
limpia con el agua de su fuente las heridas,
y prepara manjares exquisitos para todos.
Ya no hay excusas para no cantar alegres.
Comienza el evangelio su camino
y el anuncio misionero se extiende por los pueblos,
porque no se puede ya callar tanta alegría. .

Nuestro Adviento termina en un beso adorador.
Nuestro Adviento termina en un abrazo.
Nuestro Adviento termina en Aleluyas.
La esperanza se ha cumplido.
Comienza un tiempo nuevo.
¡Jesús ha nacido! ¡Todo es gracia!
¡Jesús ha nacido! ¡Nosotros, con Él!
¡FELIZ NAVIDAD!

Desde Cipecar.

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