domingo, 20 de enero de 2013

Sígueme

B. Juan Pablo II
Cada vocación es un acontecimiento personal y original, pero también un hecho comunitario y eclesial. Nadie es llamado a ir solo. Cada vocación es suscitada por el Señor como un don para la comunidad cristiana de la que poder sacar un provecho.
Es sobre todo a vosotros, los jóvenes, a quienes me quiero dirigir: ¡Cristo tiene necesidad de vosotros para llevar a cabo su proyecto de salvación! ¡Cristo tiene necesidad de vuestra juventud, de vuestro entusiasmo generoso para el anuncio del Evangelio! Responded a esta llamada con el don de vuestra vida Dios y a los hermanos. Confiad en Cristo que nunca va a decepcionar vuestros deseos y vuestros proyectos, sino que los llenará de sentido y de gozo. Él mismo dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. ¡Abrid confiadamente vuestro corazón a Cristo! Dejad que se refuerce en vosotros su presencia a través de la escucha cotidiana y llena de adoración de las Escrituras, que es el libro de la vida y de las vocaciones llevadas a término.

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