martes, 7 de abril de 2009

Miercoles Santo


Finalizado el cántico y la cena
hacia Getsemaní se encaminaron,
las sombras de la noche enmascararon
los rostros demudados por la pena.

Llevaban de tristeza su alma llena.
Ocho, a la entrada, para orar quedaron;
Pedro, Santiago y Juan acompañaron
a Jesús. Empezaba la condena.

Se alejó de ellos pálido, afligido,
de hinojos se postró, la frente en tierra,
y elevó al Padre bueno su plegaria.

Estaba atribulado, decaído,
y su materia, que a existir se aferra,
pedía su razón originaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario