sábado, 11 de abril de 2009

Sábado Santo

Este sepulcro nuevo donde te han colocado,
Señor, donde se aferra
tu último amor, Señor; no es un sepulcro;
es mi carne ¡lo más profundo de la tierra!

Es la última medida
de tu cuerpo en mi cuerpo,
de tu muerte en mi vida.

Te has enterrado en mí para que tenga
yo tu medida justa, hasta que venga
para mí el tercer día.

Tres noches solas son las de la pena.
Si yo sé, una tras una, resistir la agonía,
¡yo sé, Señor, que Tú levantarás la losa,
en la aurora serena
de mi resurrección y mi alegría!

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