sábado, 21 de agosto de 2010

A ti, María,


En la mañana de este sábado, ofrezcamos nuestra vida a Dios por mediación de la Virgen María.


A ti, María,

que eres modelo y Madre de la Iglesia,

acudimos en el silencio de este día.

Enséñanos a descubrir la belleza de Dios en todas las cosas,

a decir que sí a todo lo que Jesús nos pida.

Queremos, como tú, no separarnos de tu Hijo

ni de las alegrías ni en las penas.

Te ofrecemos nuestras obras de este día.

Que tu mano bondadosa las presente ante Dios Padre,

para que no tenga en cuanta sus deficiencias,

y un día, contigo, podamos alabarlo en el cielo.

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