sábado, 22 de enero de 2011

Grandes figuras del Carmelo Teresiano


Por el P. Pedro Ortega, OCD.

En esta serie vamos a ir viendo figuras de religiosos y religiosas del Carmelo Teresiano, que aunque nacieron, algunos en el siglo XIX, vivieron y trabajaron por el Reino de Dios en el siglo XX.

1.- JERÓNIMO MARÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN (Cardenal Antonio Gotti, 1834-1916).

Antonio Gotti nació en Génova el 29 de marzo de 1834, cerca del convento carmelitano de Santa Ana. Bautizado en la Parroquia de Santa María Magdalena. Era el segundo hijo del matrimonio formado por Felipe Gotti y Catalina Schiappacasse, su padre era cargador del muelle, pero honrado y laborioso. Su madre se preocupó de la educación de los hijos, con gran esfuerzo Antonio estudió en el colegio de los Jesuitas de su ciudad natal, aquí sobresalió por su aprovechamiento, por la vivacidad de su ingenio y por la firmeza de carácter y también como un estudiante brillante.

Sintiendo la llamada al Carmelo Teresiano ingreso en el carmelitano de Loano (Liguria), recibiendo el hábito de la Orden el 10 de noviembre de 1850; junto con el hábito recibe el nombre de Jerónimo María de la Inmaculada Concepción. Emite sus votos el 12 de noviembre de 1851, en el mismo convento de Loano. Una vez profeso prosigue los estudios eclesiásticos en el convento de Génova. Recibió la ordenación sacerdotal el 20 de diciembre de 1856, a la edad de 22 años. Recién ordenado se le nombró profesor de Filosofía, cátedra que desempeñó durante siete años. Posteriormente explicó Ciencias Naturales y Matemáticas; tanta fama consiguió en estas materias que fue nombrado profesor de Matemáticas y de náutica en la Escuela Naval de Génova.

El año 1869 fue llamado a Roma por el General de la Orden, P. Domingo de San José; una vez en la Ciudad Eterna fue nombrado Teólogo del Concilio Vaticano I. En roma se dedicará de lleno a la Teología y al Derecho Canónico. El 20 de abril de 1872 fue elegido Procurador General de la Orden, cargo que desempeñó con celo y competencia durante nueve años; tiempos difíciles para las órdenes religiosas debido a las exclaustraciones, cambios políticos, etc. Trabajó grandemente, durante el tiempo de Procurador General, para conseguir la unión de las dos Congregaciones de Carmelitas Descalzos en una sola Orden, lo que consiguió el 12 de febrero en 1875.

En 1881 fue constituido, por Decreto de la Santa Sede, Comisario General de la Orden (el P. Lucas de San Juan de la Cruz, General, estaba enfermo). El capítulo General celebrado en 1881 salió electo General de la Orden. Será en este Capítulo cuando se suprima el título de Congregación de San Elías de Italia y se la de el título de Orden de la Beatísima Virgen María del Monte Carmelo. Fue reelegido para el cargo en el Capítulo General de 1889. Durante sus once años de gobierno (1881-1892), visitó diversas Provincias de la Orden. Con frecuencia, junto a la visita de los frailes y monjas OCD, llevaba otras encomiendas de la Sede Apostólica. Colaboró durante sus años de General en la restauración y expansión de la Orden en Italia, Francia, España, América y la India.

Al mismo tiempo el P. Jerónimo se iba acreditando más y más como hábil diplomático en la Sede Apostólica. Fue sucesivamente nombrado Consultor de Propaganda Fide (1884), de la Congregación de Obispos y Regulares (1886) y del Santo Oficio (1889). Desempeñó por varios años el dedicado cargo de Examinador del Clero romano. El Papa León XIII le nombró, en marzo de 1892, obispo de titular de Preta e Internuncio Apostólico en Brasil.

Se embarca para su destino en el puerto de Génova el 18 de mayo de 1892. Una vez en Brasil recibió una entusiasta acogida, tanto por parte del Gobierno como del pueblo, durante su mandato colaboró en la constitución de la jerarquía católica en este País.

A los tres años y medio vuelve a Italia con un inmenso prestigio; Llega a Roma a mediados de noviembre de 1895. Preconizado cardenal en el consistorio del 20 de noviembre de 1895. Fue nombrado Prefecto de la Congregación de Indulgencias (1896), de la de Obispos y Regulares (1899) y de la Congregación de Propaganda Fide (1902); en esta estará hasta su muerto, catorce años.

El 14 de marzo de 1916 recibe el Santo Viático, con plena lucidez renueva sus votos religiosos y pide se le administre la Extremaunción (Unción de Enfermos). Entregó su vida a Dios, con gran paz y sosiego, el 19 de marzo de 1916. Sus restos descansan en Santa María de la Scala de Roma, era su iglesia titular.

Quien le conocieron dan testimonio de su serenidad, humildad y comportamiento austero y apacible. Era uno de los “papables” en el conclave de 1903. Entre sus escritos, todos de juventud, pues después las responsabilidades le impidieron escribir, tiene un Compendio de la Vida de San Juan de la Cruz (Savona 1857); también compuso varias poesías.

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