miércoles, 21 de octubre de 2009

Cuando me vino a despertar la aurora

Cuando me vino a despertar la aurora,
mi corazón, cantando, ya esperaba
- mientras dormía el mundo –
esta cita, contigo, esta mañana.

Aquí mi corazón que ayer -¿recuerdas?-
en la lucha sangraba;
el dolor de mi vida adolescente
y mi ilusión intacta.

Tú sabes bien con cuánta sangre se hizo
esta flor blanca
en que palpita ardiente
toda mi juventud enamorada.

Y me dijiste: -¿Sabes
con cuánta sangre se hizo esta hostia blanca
en que me entrego a ti, con una entrega
eterna, sin ayer y sin mañana?

Y, en silencio puro de la aurora,
hablamos en voz baja
de esas cosas secretas que no sabe
decir el alma.

LECTURA BREVE (Tb. 4, 14-15a. 16ab. 19)
Ten cuidado, hijo, en todo lo que haces, y pórtate siempre con educación. No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. Da de tu pan al hambriento y da tus vestidos al desnudo. Busca el consejo de los prudentes. Bendice al Señor en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos.

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