lunes, 1 de marzo de 2010

No dejes que pasemos junto a ti sin mirarte

Dirijamos nuestra mirada a Jesús, que es contemporaneo nuestro, y digámosle:


Oh Misericordioso que lloras con nosotros
desde las primeras lágrimas de Adán y Eva,
derrite con tu mirada la dureza de nuestro corazón.

Haznos capaces de recibir y de dar tu divina compasión.


Tú has venido entre los hombres

desnudo y humillado,

pobre y enfermo,

solo y rechazado.


No dejes que pasemos junto a ti sin mirarte,

no dejes que vivamos junto a ti sin reconocerte y amarte.


Tú, que eres misericordioso,

que cargas con nuestros pecados,

enjugarás tiernamente hasta la última lágrima

de nuestros ojos

y cambiarás en alegria de salvación

todo el sufrimiento de los hombres.


(Anna Maria Cáponi)

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