sábado, 27 de marzo de 2010

Señor, quisiera ser tu cirineo


Señor, quisiera ser tu cirineo,
cargar sobre mis hombros tu suplicio,
trocar el gran pecado en sacrificio;
limpiar mi ardiente fe con mi deseo.

Señor, quisiera ser aquel pañuelo,
secar tu faz sangrante, dolorida,
trocar tu sufrimiento por mi vida;
limpiar mi ardiente fe, mi eterno vuelo.

¡Permíteme, Señor, en tu calvario,
posar en mis abrazos tu agonía,
hilar con penitencia tu sudario!

¡Permíteme, Señor, como a María,
llorar sobre tu pecho su rosario,
salvar de humana culpa el alma mía!

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