
Padre nuestro, tu palabra nos hace salir de nuestra tierra, tu aliento nos acompaña en el camino. Tú nos abres el oído para oír a Jesús, nos invitas a seguir sus pisadas. María nos precede en el camino, lleva encendida la antorcha de la fe. Viene con nosotros una gran comunidad de hermanos y hermanas, que tú nos has regalado para hacer en iglesia el camino. Los dones con que tu Espíritu embellece a cada uno, son compartidos por todos en una mesa común. Con los mejores hijos de la iglesia decimos: “Gocémonos Amado y vámonos a ver en tu hermosura, al monte o al collado, do mana el agua pura. Entremos más adentro en la espesura”.
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