sábado, 24 de julio de 2010

El jubileo compostelano


Todo el que se acerca a Santiago de Compostela tiene como finalidad visitar la Tumba del Apóstol Santiago.

Allí, como tantos peregrinos a lo largo de los siglos, busca alcanzar las gracias especiales que la Iglesia de Compostela concede a los que se acercan con sentido religioso.

Santiago de Compostela se constituyó como un lugar mundial de peregrinos, que venían a visitar la tumba de ese Apóstol que había predicado el Evangelio y donde estaban depositados sus restos mortales

Compostela nació entorno a una tumba apostólica. Ella guarda en el silencio la “memoria” del Apóstol Santiago. Por eso la peregrinación a Compostela tiene un “sentido original” pues se hace al sepulcro de un Apóstol. Los apóstoles ocupan un lugar único en relación con la fe cristiana. Ellos son en quienes y por quienes Jesucristo fundó la Iglesia.

La Iglesia de Santiago de Compostela se gloría de tener origen apostólico y, en consecuencia, de poseer una más viva relación con la predicación original de los Apóstoles.

El jubileo compostelano conecta con el sentido del jubileo bíblico (Lev 25, 10) y proclamado por Jesús (Lc 4, 16-20). Jesús anuncia el “año de gracia”. No es un jubileo cualquiera. Es la llamada definitiva a la conversión del corazón para crear el “hombre nuevo” que tenga a Dios como Señor y viva la fraternidad. Así se irá haciendo realidad el “reino de Dios”.

Por el jubileo compostelano en el Año Santo (concedido por el Papa Calixto II en 1122) la Iglesia ofrece al que se acerca como peregrino hasta la Tumba del Apóstol en la Catedral de Santiago, la participación de los bienes espirituales de la Iglesia, constituidos por el valor infinito del Sacrificio Redentor de Cristo, por la oración y méritos de la Virgen María y de los santos y las obras buenas de todos los fieles.

En Santiago de Compostela, lugar del “gran perdón”, el Señor ofrece al peregrino su acogida misericordiosa y le invita a la renovación interior y a una vida según los valores del Evangelio.

Extractado de: GUÍA ESPIRITUAL DEL PEREGRINO 2010

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