viernes, 29 de abril de 2011

Tras la Semana Santa...

Alma mía, ama a un Dios arrestado como reo por ti, a un Dios flagelado como esclavo por ti, a un Dios hecho rey de burlas por ti, a un Dios, finalmente, muerto en cruz como malhechor por ti.

Sí, Salvador mío, Dios mío, te amo, te amo; recuérdame siempre cuánto padeciste por mí, para que yo no vuelva a olvidarme de amarte.

Cordeles que atasteis a Jesús, atadme también a mí con él; espinas que coronasteis a Jesús, heridme de amor por él; clavos que clavasteis a Jesús, clavadme en la cruz con él, para que con él viva y muera.

Sangre de Jesús, embriágame en tu santo amor; muerte de Jesús, hazme morir a todo afecto terreno; pies traspasados de mi Señor, os abrazo para que me libréis de las penas del infierno.

¡Oh María, Madre de mi Salvador y refugio de pecadores!, ayuda a un pecador que quiere amar a Dios y a ti se encomienda: por el amor que tienes a Dios, ven en mi socorro.
(San Alfonso María de Ligorio)

No hay comentarios:

Publicar un comentario