domingo, 30 de diciembre de 2012

Lo hiciste en familia, Señor.


Por Navidad, Señor, por Navidad

quisiste aparecer en el seno de un hogar.

Como distintivo, no la cantidad, sino la unión

Como riqueza, no el dinero,  y sí el ejemplo de José y de María

Tu felicidad, Señor, no vino reflejada por la apariencia,

el oro, las perlas o la plata: fue el amor de tu familia nazarena.

En ella, en fracaso aparente y desprovisto de todo,

apareciste ante la gran indiferencia del pueblo

En ella, en las horas de fracaso y soledad

encontraste el amor sin tregua ni farsa.

En ella, en tus triunfos mesiánicos,

supiste ser ovacionado desde el silencio y la sencillez.

¡LO HICISTE EN FAMILIA, SEÑOR!

¿De dónde aprendiste el nombre de “Abba” “Padre”?

¿Quién te enseñó a distinguir entre el bien y el mal?

¿En quienes descubriste el don de la fe y el valor de la entrega?

¡En la familia, Señor!

¿No aprendiste todo ello en tu familia nazarena?

Hoy, en el colmado corazón de la Navidad,

nuestros ojos contemplan, el “tres en uno”,

Sí, Señor, tres personas unidas por un mismo amor

Tres personas teñidas con el color de la pobreza

Tres personas agasajadas por los que no tienen riqueza alguna

Tres personas que, bajo el umbral del portal,

siguen siendo referencia y ejemplo de santidad y de fe.

Naciste, Señor, y lo hiciste en una familia;

pobre, pero amorosa y rendida a tu causa

Sencilla, pero repleta de lo más importante: DIOS

Temerosa, pero valiente en sus decisiones y riesgos

Indiferente para muchos, pero única ante los ojos del Señor
¡EN FAMILIA, SEÑOR! ¡QUISISTE NACER EN UNA FAMILIA!

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