sábado, 2 de enero de 2010

En el principio, Tú, Señor


Junto a Dios estabas, Jesús

y al lado de nosotros te pones ahora, Señor:

Para darnos vida y sosiego

Infundirnos valor y encanto

Nos hablas ya no con palabras,

es que, ahora, nos hablas Tú,

directamente Tú, sin intermediarios

sin acontecimientos extraordinarios,

sin más promesas ni profetas:

ahora TÚ, Señor, hablas con tu presencia

Brillas, para que nuestros caminos

no permanezcan en un túnel sin salida

Eres luz, cuando en el mundo

abunda la oscuridad, el destierro,

las lágrimas, las tinieblas o la incertidumbre.

Ahora, Señor, ya no eres sólo Palabra:

apareces junto a nosotros,

para resplandecer como Aquel

que enseña la ruta definitiva

que une el cielo con la tierra,

al hombre con Dios

y a Dios con el hombre.

¿Se puede esperar más, Señor?

Hoy, al mirar hacia lo alto,

ya no vemos nubes ni tormentas

Porque, hoy, una fuente divina

ilumina la noche oscura de la humanidad:

¡ES DIOS QUE TODO LO TRANSFORMA!

Amén

Javier Leoz

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